GETAFE
El cuervo Prosopopeyas
había abierto el libro de mi vida y empezó el canturreo lúgubre y responsorial
de mis hechos, mis dichos, mis triunfos, mis fracasos, mis pasos perdidos. El tramo
correspondía a lo que me ocurrió en Getafe. Mi padre cambió de regimiento del
41 de Segovia fue destinado al 13 Ligero de la localidad getafense. Cada uno de
ellos había militado en bandos diferentes durante nuestra guerra. El 41 de
Segovia se adhirió al Movimiento Nacional. Por el contrario el de Getafe estuvo
siempre con la república. Algunos jefes y oficiales que fueron represaliados
acababan de ser re instados en sus antiguos empleos. A mi padre por ser del
otro bando le miraban mal lo cual empeoró su salud y no ganaba para digestos,
broncas y arrestos que él llevaba con resignación. Algún amigo le insinuó que
abandonara el ejército, pero él, renuente, tiró para adelante hasta pasar a la
reserva en el año 65. En Getafe vivíamos en unas casas militares del barrio de
las Margaritas desde el patio y las cochiqueras donde criábamos cerdos y
gallinas se veía la Estatua del Corazón de Jesús fusilado por los socialistas,
en varias ocasiones caminé hasta el cerro considerado por los geólogos como el
centro de la península ibérica. Un terreno muy llano y feraz de extensos
trigales de muchas obradas que hoy han desaparecido para convertirse en barrios
del extrarradio madrileño. El cemento le ganó la partida al cultivo. El regimiento
de mi padre y donde yo juré bandera hoy es una universidad cuando fueron
desmanteladas nuestras fuerzas armadas y España quedó indefensa. Tuvimos que
deponer las armas, licenciar a nuestras banderas y arrojárselas a los pies de
nuestros enemigos los anglos, los usacos, los sionistas. Empezaría un tiempo de
persecución sorda contra el cristianismo. Había que considerar el Holocausto
como nuestra religión. De lo contrario eras anatema. Al salirme de cura empezó
un tiempo difícil para mí. Me puse a trabajar de albañil pero todavía seguía
yendo a misa los domingos a aquella iglesia destartalada de la Magdalena
regentada por un párroco asturiano muy absolutista. Cuando estaba predicando y
entraba una feligresa y no cerraba la puerta interrumpía su alocución. Señora,
que yo no estoy para guardar perros. De Getafe recuerdo los largos paseos calle
arriba calle abajo por la carretera de Madrid la arteria principal. La fiesta
de Nuestra Señora de los Ángeles cuando venía la Legión de Leganés al baile y
detrás de ellos las cantineras y las putas de la calle de Echegaray y la
Ballesta. Otra cosa que recuerdo también es la sed de aquellos largos y
tórridos veranos. No había agua corriente en las casas y había que portearla en
carretillas especiales adaptadas al hueco de los cantaras. En Getafe a un par
de leguas de Madrid quedaban los últimos aguadores de la Península. Prosopopeyas
refería estos hechos con voz cascada y se acercaba a la cabecera de mi cama
donde yo me afanaba por insertar el orinal entre las pantorrillas. Parecía que
la enfermedad era recidiva. Encontraba dificultades para evacuar. Las micciones
eran exiguas y repetitivas. La próstata me estaba dando malas noches. ¿Habría
regresado la anuria a mi vecina?
─No─ exclamó Prosopopeyas─
lo que a ti te pasa es normal en el posoperatorio. Además, no deberías escuchar
las noticias porque eres un tipo muy sensible y estás muy afligido al ver por
la televisión fotos de niños palestinos asesinados, la crueldad de Trump y la
maldad diabólica de Netanyahu el cual se jacta de asesinar en nombre de Dios-
¿Dónde se vio tamaña protervia? Además Zelenski (era su doble no se ge despinta
el rostro de asesino de la voz cascada) se parece a aquel judío que quiso
matarte jugando a los dardos cuando fuiste a Londres para tratar de comunicarte
con Helen y no te dejaron verla. Te quedaste sin dinero y sin cobijo y llamaste
a la puerta de una amiga tuya que estaba amancebada con Zelenski y ocurrió lo
que te ocurrió saliste gritando de aquel piso en Belgravia. El dardo no te
alcanzó y huiste a media noche andando hasta el aeropuerto Heathrow, la
embajada española te pagó el viaje de regreso. Malos son esos tíos razas de víboras
y sepulcros blanqueados. La Virgen Santísima te salvó como tantas y tantas
veces.
─Sí. Es verdad,
gracias a Dios