LOS POEMAS DE UN ASTURIANO ASESINADO EN CATALUÑA
Constantino ÁLVAREZ Castrillón
era un humilde emigrante a Cataluña asturiano de la aldea de Puente Vega y residente
del Manto de Las Dueñas concejo Cudillero y primo de nuestro abuelo Pepe
Castrillón, que consiguió establecerse, a su regreso de Cuba, en Barcelona
poniendo un pequeño negocio.
Un día de julio de 1936 fue detenido en la
Ramblas por milicianos del POUM por llevar corbata. Estuvo en la cárcel de
Mataró, Lérida y Barcelona en un barco prisión. Donde lo tiraron por la borda
atado de pies y manos unido a un lastre (para ahorrar munición). Debió de ser
su muerte horrible. Su cuerpo no apareció. fue pasto de los peces.
Entretenía sus ocios carcelarios
escribiendo poesías de carácter filosófico.
Sus cuartetas, algunas con faltas
de ortografía y algo ripiosas, no le lograría
a Constantino Álvarez ningún lugar preeminente en del Parnaso de nuestras letras,
pero transparentan el alma sencilla de un probo ciudadano preocupado por la
situación que vive el país.
No hay rencor ni acusaciones a
sus carceleros o a los que no compartían ideas políticas de liberalismo de derechas, no
era falangista.
Hasta el final de su
encarcelamiento se mantuvo en la esperanza de ser liberado ya que confiesa no
haber cometido otro crimen que el de llevar corbata.
Sus poesías — más de tres
centenares en letra apretada y elegante—han llegado a nosotros gracias a un
mozo de escuadra compasivo que las retuvo y luego entregó a los franquistas
tras la liberación de Cataluña cuando entró la fuerza de Yague en la capital
catalana.
He aquí uno de sus trabajos— el
poemario principia en 1932 y termina cuatro años más tarde con la muerte
violenta de su autor— que firma en la cárcel de Mataró en noviembre de 1936.
EL SOL EN LA CÁRCEL
Cuando falta la experiencia se confunde la prudencia
Con alguna tontería que suele servir de guía
A la pobre inteligencia
Le endurece el corazón
Esclavo de la pasión
Por desmedido egoísmo
Sin Dios amor y razón
Buscando comodidades
Nacen complicidades y los pueblos no se entiendes
Y se persiguen y venden
Disfrazando las verdades
En el propio proceder
Encuentra el hombre placer
Cuando nunca causó daños
Hasta soñando dormidos se concentran los sentidos
En las noches silenciosas y nos recuerdan muchas cosas
Y los daños cometidos
Todos los callan y ocultan y no pocos los disculpan
Con aguda precaución suplican
Todo el perdón
De las faltas que les culpan.
A partir del 18 de agosto cuando
sube la última entrada a su diario poético, cesa la comunicación.
Constantino Álvarez el probo inmigrante
asturiano, que no se metía en política, un hombre pacifico, que fue asesinado
por llevar corbata e ir a misa, abre los brazos a la muerte en las tibias aguas
mediterráneas del puerto de Barcelona.
Su sentencia de muerte había sido
firmada por Luis Companys presidente de la Generalidad.
Ojalá que en España no vuelva a derramarse
inútilmente sangre inocente como la suya ni sucumbamos a la debacle de los
odios. Los descendientes de este pobre mártir por sus ideas no pedimos revancha
ni vindicta. Más bien reflexión que es la mejor forma de que el dialogo no se
convierta en monólogo