JUDAS ¿HERMANO CARNAL DE JESÚS?
ANTONIO PARRA
Era alto, bien parecido, rubio tirando a rojizo por lo que algunos Padres coligen que Jesús también era rubio por estar emparentado con Judas. Algunos sospechan que pudo ser su hermano carnal para hacer más verosímiles las semblanzas entre Caín y Abel y que lo vendió por envidia. Judas. Jesús. Dos caras de una misma moneda. El haz y el exergo. El bien y el mal puerta por puerta. La histgoriografía moderna, basandose en el estudio del lenguaje arameo, confiere a Judas el título de hermano carnal de Jesús.
-Ahí te esperan tu madre y tus hermanos.
¿Estaba Judas entre ellos? Y hasta han salido fisonomistas y especialistas en prosopografía que afirman que Judas era clavadito a Cristo. ¿Por qué lo vendió entonces en treinta monedas? Por malquerencia. Además la venalidad es una de las flaquezas humanas. ¿Y de ser así la historia dónde colocamos a san José y la Virgen María? La Maquina de la Verdad ni sabe ni contesta. Se limita a decir que aunque la naturaleza es la misma el sistema de valores y el lenguaje del hombre del ayer diferían mucho. El Nuevo Testamento pasa de puntillas sobre estos asuntos claves que a todos los creyentes nos gustaría conocer y habla de una forma rotunda y elocuente pero en elipsis utilizando el símil y la metáfora para colacionar la persona del Salvador con lo dicho por los profetas veterotestamentarios.
Dentro de siete días Martes de Dolores. Su nombre reverdece todas las semanas santas cuando engrandan las encinas, flor parda del camino, ramas de olivo, hay candela encendida en los castaños, que es árbol fiel y medular que acude a todas las convocatorias de España, como aquel que dice. Castaños de indias opositando siempre por las praderas, remolonean un tanto con su savia las acacias que son las más resistentes. Hay quien dicen que el árbol del que se colgó Judas era una acacia pero otros dicen que un espino. Y de cambronera era la corona que le dio tormento. Por eso detallan que benditas zarzas incandescentes desde las cuales habló Dios a Abrahán y permitió que al Salvador lo ciñesen las sienes con pinchos de escaramujo, comúnmente tapaculos, con perdón. Cada especie arbórea reverdece por turno. Abren brecha los almendros. Seguidos de perales y donguindos. Higueras y parras suelen ser los últimos. El mirlo también acude a la cita sonora de los ocasos y la abubilla toca el trombón por la hondonada, y el golorito hace virguerías cantorales por la fronda del espino que el ruiseñor es pájaro fino e invisible pero tan audible que nos enardece con sus filados increíbles. Es primavera, hombre, y va a resucitar Jesucristo.
Sabréis que se acerca la pascua. Dos nombres se barajan ya: Jesús y Judas. Son homófonos y bien parecidos y los dos, sonando a biblia y judaísmo, esparcen por todos los ámbitos el mensaje de la palabra. El bien y el mal frente a frente dispuestos a contender batalla. Un concepto medieval que repugna en parte al hombre moderno que no considera que esta vida sea una lucha entre la luz y la oscuridad. Ahora se suprimen los calificativos de superioridad. Viene la duda y uno se siente más cómodo entre los de igualdad. Se puede ser malo sin llegar a pésimo y bueno sin recabar el grado óptimo. Todo está entreverado. El término medio es ángulo predilecto de la sabiduría. Que no muy aconsejables son los excesos. In between. Comme çi comme ça. Oh Judas yo te perdono por el Manso Cordero al que enviaste al matadero. Entiendo tu lucha trágica, la batalla interior que libraste contigo mismo.
La vida es un drama y comprender es perdonar. Mejor así. Pero acceden las brumas y nieblas de la duda seguida de las carcajadas diabólicas que, resonando en el jardín de atrás, nos advierten de que vana es nuestra fe. Si Él no resucitó esto se queda en agua de borrajas. Bajó a los infiernos y tres días estuvo en la región de los muertos. Y resucitó después en cuerpo glorioso. Pero mirad en el sepulcro sólo queda polvo. Y las vendas de la mortaja. Jesús, manso cordero, que sufrió y padeció bajo el poder romano y quebró los cerrojos de la cárcel de la muerte. Un ángel bajó del cielo y corrió la losa del mausoleo. Y anunció a las buenas mujeres. Iam non est hic. Resurrexit sicut dixit (Al que buscáis no está aquí, resucitó según prometía).
Y la Magdalena que había ejercido el viejo oficio era bien conocida de los rabinos y los del sanedrón strictu sensu Cristo reserva en su doctrina un papel eminente a las mujeres, aunque más que feminista y propugnador de la ginecocracia o mujeres al poder él defendía su promoción social.
Él vino a sacar a las esclavas del harén, lo que nunca hicieron ni Mahoma ni Confucio. Cristo era un “filogines” tolerante con las mujeres según los principios de su judaísmo helenizante, muy contrario al de los fariseos o los puros. Con esta comprensión hacia la mujer mitigaba las rigurosidades de su nazarinato aún a costa de escandalizar a los observantes del Mandato. Siempre restaura la dignidad del “femíneo sexu” fuente de vida y de decoro. Todo un símbolo del amor y consideración que depara el cristianismo hacia la mujer.
Me embargan los sonidos melancólicos de un canto de resurrección ruso andante ma non tropo:
-Vashe baskreseñie, Bozhe, angeli paiut na nebii fsiej (Tu resurrección, Señor la cantan los ángeles por todos los cielos y anuncian su mensaje al mundo)
Judas no pudiste ser tan malo como dicen. Con tu maldad de la que te arrepentiste al final pusiste el granito de arena en la empresa de nuestro rescate. No, la tumba no puede estar vacía, ni es verdad ese infundio de la película El cuerpo (protagonista Antonio Banderas) rodada en Jerusalén hace más de un lustro. Jesús. María y José. Esos alegatos descreídos –un atentado todos los días contra nuestra fe, una patada en la espinilla, un sopapo, como cuenta el evangelista en el pretorio (et dederunt ei alapas) que se liaron a hostias con Él, vaya- resultan un jarro de agua fría a mis ideales.
recitaron palabras vedadas y soltaron frases de escarnio. Nunca faltan cantarranas. También lo escupieron [spuerunt], sin embargo aquellos inmundos gargajos de ministriles y soldadesca lavaron la culpa.
La voz del diacono que hace de cronista en el canto de la Passio suena certera y concisa. Sus ecos se elevan por los empinos de mi catedral que trazaron el cartabón maravilloso y la plomada de Gil de Hontañón. Gótico flamígero. Los ángeles portan los ecos por la ortofonía sorprendente del templo. Hay un diablo grotesco que hace cabriolas y se esconde por entre los ánditos del triforio. ¿A que no me coges?... Hereje. Las tres Marías lloran al pie de la cruz. Y la merdellona de la casa del gobernador continua haciendo preguntas a tumba abierta, esta indiscreción desbocada de la familiaridad domestica puede resultar mucho más obscena que el fornicio de las prostitutas, al pobre discípulo desorientado buscando la grey. Murió el pastor y se dispersaron las ovejas. Ya no hay rebaño Es el dogal de la calumnia que aprieta el gañote de los ahorcados de la honra.
- No te me despintas, tu cara me suena y tu acento de galileo y cara de palurdo (los galileos eran los gallegos de Palestina) te delata. Yo te acuso
- Mulier, nescio quid dicis,- contesta el apóstol timorato a la impertinente mucama que se dirige a él con ese descoco, esa desfachatez diabólica de las fregonas de Intendencia que no pegan un golpe a la escoba y se pasan toda la tarde viendo a ver quien entra u quien sale, chismosas, garrulería oliente, palabra ociosa, descuartizadoras de honras, abandonaron la rueca, el tálamo, el escriño, para subir al púlpito y darle a la lengua. Por una criada pudieron echarle a Pedro mano. Y a causa de muchas de estas porteras soplonas mandaron a muchos pobrecitos en la guerra civil. Las tiemblo como el pedrisco. Pasan toda la tarde estas milanas detrás del mostrador, una de uniforme de ujier y la siguiente su compañera de menestrala del escobón. A la otra potra la han vestido de pardo como a las guardiesas de Buchenwald.
Uniformes correajes de cop neoyorquino que dicen seguridad pero que te pasan la pluma por el pico y llena el pasillo de advertencias, cámaras ocultas en el elevador, vigilo yo te vigilo. ¿Y usted cuando se jubila? Dicen que en su planta van a echar a cuatro cinco. Las sumilleras del vestíbulo tienen bastante peligro, hola y adiós, mejor nada de intimidades con estas prójimas, no está hecha la miel para la boca del asno y nada de explicaciones.
-¿Cuándo se muere?
-Pues me moriré cuando lo quiera dios y a mí me dé la gana, vaya pregunta.
-Et tu cum Galileo eras? Tú eras de los del equipo
-Nunca tuve ideas políticas.
Están maquinando maldades a todas horas pues son incapaces de verse quietas. Rumruns, rumorees y rollos. Viven a la expectativa y así van pasando sus tristes existencias, Calibran a bulto a los personajes. Llevan un oficio en toda la tarde y dicen haber trabajado mucho. Catate dellas que estas fregonas fueron las que quisieron condenar a Pedro a las tinieblas exteriores y eran las que hacían calceta en Paris mientras la guillotina no cesaba de partir cabezas. Les pica la criija y el morbo. Y como no paren llevan mucha sangre negra en las entrañas. Ríos de bilis manan de sus bocas. Fuentes son del correveidile, sabedoras de todos los cuentos palaciegos, todas las procacidades y no paran de darle a la húmeda. Celestineos áulicos del poder, gorrones del contribuyente.
Cristo perdonó pues andaba con ellas y con los recaudadores y publicanos con los que alternaba en las tabernas a las meretrices pero condenó a las sibilas y casandras y hubiera mandado quemar a las brujas que vuelan por el mundo, esperpento diabólico, esparciendo mal de ojo y maleficios. Sí, el demonio existe. Pero Jesús el gran titán de la historia venció a los poderes del mal y se enfrentó al mundo. Toda su vida fue un alzamiento contra el Establishment y el convencionalismo. Por eso su mensaje perdura, otros han muerto. Y todo empezó con un beso. El beso de Judas.
-Amigo ¿a qué has venido?
El Maestro conocía su conspiración y sin embargo le llama amigo y le devuelve el oscuro de paz. Ese shalom preceptivo entre los judíos. Todos estos detalles nos sirven para sospechar que detrás de Judas late una historia maravillosa, él también entraba contra el sistema de los escribas y fariseos. El Sanedrín. El Caucus. La sala de maquinas del portanaves. Los órganos deliberadotes. El gran Consejo de Gerencia. Todo sigue siendo igual que en la Judea de entonces. El mundo poco ha cambiado. Y a los escribas y fariseos (esa rueda anarquista del Evangelio renueva la bola del mundo todos los días poniendo las cosas patas arriba y el sistema boca abajo) que eran los políticos, los periodistas, los prelados de entonces aunque dejó bien claro y sentado: no vengo a abolir la ley sino a reformarla. Nada que ver con las fuerzas operativas externas del antisistema con una filosofía tan humilde que quiso quedarse con nosotros convertido en pan y en vino hasta la consumación del mandato de los siglos. Sin vino no hay eucaristía, no hay catarsis, no hay evangelio. Judas pertenecía a la facción de los fariseos. Siguió al Maestro tal vez llevado por miras mundanas que no ocultaban tampoco el resto de los Doce que eran hombres rudos, pescadores de Tiberíades que no habían leído mucho. Iscariote empero debía de haber nacido en Jerusalén. Sabía, versuto en Escrituras, de cuentas, en medio de aquella partida de analfabetos del primer Cenáculo, y tenía cifradas sus esperanzas, como la de tantos hijos de Moisés de su época, en la llegada del imperio mesiánico. La barra de Israel será la férula dominadora de los pueblos. Eso creían los que se pasaban de listos. Los enterados. Era la tentación del Sionismo con que Dios prueba a sus elegidos pero más que en la exaltación de la fuerza la grandeza de Zion está en el Canto del Magníficat. Et exaltavit humiles. El que se humilla será ensalzado. Sin embargo, cuando escuchó en boca de Jesús aquello de “mi reino no es de este mundo” y al predicar el Sermón de Monte, la semilla de la duda prendió en él.
-Pero ¿qué dice este loco?
Se rodeaba Jesús, por otra parte, de putas, publicanos y borrachos y hasta puede que algún apóstol fuera maricón. ¡Qué se le va a hacer! Nadie es perfecto ¡Qué escándalo para un fiel observante de la Ley! Pero Judas también lo amaba como lo amaba Juan y la madre de los hijos del Zebedeo que quería para sus dos vástagos un puesto de privilegio en el reino. Mi reino no es de aquí. Que desilusión. Judas cambió de chaqueta pero su decepción le torturó hasta el final. Sentimientos encontrados de amor a aquel rabino maravilloso y nada convencional que conocía la Ley mejor que nadie pugnaban por el resultado. Su reino no era de este mundo y aquí entra en juego el orgullo y el sentimiento dominador de todo israelita que se siente un escogido (y seguramente lo es porque existen testimonios fehacientes que lo avalan) y llamado a una gran tarea: la transformación de este mundo. Era una misión política. Sin embargo en la Última Cena la noche de Pascua el Señor decía cosas incongruentes a los oídos de un zelote: un mandamiento nuevo os doy que os améis los unos a los otros. Aquel tío – que se me perdone hablo en figura- estaba como una cabra. Con la que estaba cayendo. Con la lucha sorda que llevaba sus hermanos para emanciparse de la tetrarquía y de los fasces y el lábaro de los soldados de Augusto. Por eso saltó la barrera y se salió del grupo. Pese a todo, Judas se sentía tan ligado a Jesús que su alma torturada no pudo resistir el recuerdo de la mirada del Maestro cuando lo prendieron y se colgó de una viga. Desde entonces a los que estudiamos un poco el sentido del mundo y conocemos las flaquezas humanas el pensamiento y la memoria del Iscariotes nos revierten a la Balada de los Ahorcados de Villon. Nadie condene a Judas. Todos somos traidores y perjuros. En los últimos momentos cuando Judas se debatía en la agonía vio una luz y escuchó, según dice la tradición apócrifa, una voz que le convocaba al paraíso. Esto es Jesús lo perdonó y el apóstol réprobo se salvó. Algunos escriturarios dicen también que la negación de Judas no tuvo tanta gravedad como la del apóstol Pedro que era el destinado a ser cabeza de la Iglesia [otra vez la humana fragilidad y el barro con que está construido el edificio] y demuestra que el mensaje de la redención va mucho más allá de lo meramente humano. Pedro era un gallina. Lo dejó empantanado, hizo en un arranque de valentía, un gesto como de tirar de navaja cuando bajaron los del Sanedrín al huerto de los Olivos con palos y con antorchas: “Domine, et si percutimus gladio? (Señor ¿sacamos la espada, quieres que vayamos a por ellos? Y Jesús le respondió con una frase cincelaría:
- Quieto. El que a hierro mata a hierro muere.
- Tú estabas con ellos. Eras de su cuadrilla – insiste la fregona del Pretorio. Pedro negaba con la cabeza ¿Y Tú eres el Hijo de Dios? Tú lo has dicho. Et statim gallus cantavit Y de repente por vez tercera oyó el grito aleatorio el diacono en tono perfuntorio y oficioso hacía la crónica de este acontecimiento que para mí es el libro más maravilloso que jamás se ha escrito y no una cábala que a muchos hizo ricos como pretendía un papa Borgia, sino una verdadera historia en que se narra la visión del mundo, se estudia la psicología y la clástica o frágil condición humana. Y se diseña un plan soteriológico de vida y redención.
Es el mayor canto épico que conocemos. Et accésit ad forras et flébil amare y Pedro consciente de su traición salió afuera del atrio donde los militares, las criadas, los gariteros de la vigilancia nocturna en la corte del pretor y los serenos contaban las incidencias de aquel ajetreado día mientras se calentaban a la lumbre, lloró amargamente. Judas también debió de llorar lágrimas amargas que lo empujaron a cometer una locura. Era un hombre al fin y al cabo. Cuentan que el pelirrojo físicamente era el que más se parecía a Jesús del que era algo pariente. Hasta se ha llegado a suponer que era hermano carnal de Jesús.
Y los apócrifos especifican que en el ultimísimo trance tornó a la grey y pudo de esa manera ingresar en el Paraíso junto a Dimas el buen ladrón y a Gestas, al que también perdonó, lo mismo. Judas, ego te absolví. Fuiste pieza imprescindible del engranaje de la maquina de la salvación pero te convertiste en el malo de la película. En antagonista, un ser humano lleno de dudas, vacilante, sujeto a cometer errores.
Ego te absolví.
La gente anda pidiendo escaleras para subir al madero cantares del pueblo andaluz, como canta la copla... y pronuncia tu nombre. Judas. Judas. Nombre proscrito en los anales de la infamia. En los códigos desterrados. Sobre el apóstol traidor mucho se ha escrito. Y mal. Ha sido su perfidia cantada por los vates de todas las épocas, tema de fondo recurrente en la paleta de los grandes pintores y fuente de inspiración del arte de todas las épocas. En el clavicordio de mi imaginación empiezan a sonar, lúgubres, las notas dela Pasión Según San Mateo de Bach. ¿Verdaderamente traicionó a Cristo el apóstol tornadizo?
Acabo de leer un polémico que seguramente ha plagiado uno de los bestseleristas en boga y que publica libros a barrisco. Sin embargo a mí me parece un historiador pluriempleado del montón. La figura del discípulo apostata y suicida vuelve a ser reivindicada. El libro que yo tengo entre las manos en los días previos al Viernes de Dolores es de un profesor de hebreo en una universidad germana: Pinchas Lapide (1927) Cátedra de Exégesis bíblica en la universidad de Frankfurt. Coloca algunos supuestos y estereotipos en tela de juicio. Iscariotes no era más que el cajero, el organizador de la estructura de las peregrinaciones, por así decirlo. El poder externo. Y temporal. Lo contrario a Cefas. Pero Lapide va más allá afirmando que Judas es la moneda de cambio para la propaganda antisemita que corre como un reguero de sangre y de pólvora a través de toda la historia.
En cuanto tal, se trata de un personaje inventado por los evangelistas. Lapide realiza una investigación exhaustiva de la palabra dinero en el antiguo y en el nuevo testamento. En Mateo se habla de sículos. ¿Qué me dais si os le entrego? Responden los del Sanedrín: Treinta sículos. El vellón que circulaba de mano en mano en los tiempos del Galileo en la provincia romana de Palestina era de casi veinte clases diferentes. El sículo pesaba como media onza. Tenía algo así como º12 fracciones porque los hebreos desconocían el sistema métrico decimal. Pero a la moneda que se refieren los otros tres evangelistas es posterior. Los denarios empiezan a circular unos tres siglos más tarde.
La fuente de inspiración de los evangelistas es el libro de Zacarías: “El hijo del Hombre será vendido por treinta monedas de plata” haciendo todos ellos resaltar el cumplimiento de la profecía. Era lo que solía valer un esclavo para el laboreo o una esclava moza para el deleite en la catasta. Precio pues de la infamia. Iscariote significa en hebreo el “hombre del puñal”. Esa semántica tiene un sentido traslaticio o irónico de la misma forma que cuando los españoles vamos a una fonda y pedimos la “dolorosa” (cuenta) al camarero.
En sentido estricto Judas significa ecónomo, director financiero, banquero. El que manejaba los cuartos en aquella especie de kibbutz ambulante establecido por el Galileo. Jesús pertenecía a la casta de los nazarenos, una rama de los esenios, que vestían de luto (morado), se dejaban crecer la barba, no probaban bebidas fermentadas y se abstenían del comercio carnal con mujeres o a tiempo parcial o perpetuamente como fue el caso del Bautista del que parece ser que estaban enamoradas tanto Herodías como Salomé. La continencia de esa forma va a ser uno de los puntos fundamentales de su predicación. Tampoco creían los nazarenos en la propiedad privada. Vivían en comunidad. Fueron la base del monacato. Ser perfectos como mi Padre que está en los cielos lo es. He ahí el lema de Jesús. Como nazareno a Jesús le estaba vedado rendir culto a Mamón el dios del dinero.
A lo largo de sus sermones fustiga la riqueza. El mensaje cristológico adoraba a los adoradores de Bethel. Recordemos la parábola del camello y la aguja. Pero Lapide se explica: es un error en la colocación de una tau en el evangelio de Lucas. El copista desidioso o poco avezado a los intríngulis del hebreo se equivoca y en vez de maroma de aduja marinera lo traduce por camello. El Maestro, a decir de este profesor, era un exaltado como muchos de los intolerantes zelotes de la época. Que exageraban y eran muy radicales pero cuyos dichos han de ser explicados en su justa medida y con regla. Cristo fustigó el agio y la especulación pero justifica el uso moderado del dinero.
- “Dad al Cesar lo que es del Cesar”.
Sin embargo, lo cierto es que el discípulo más cualificado y competente sucumbe a la tentación de la codicia y mete la mano en el cajón. Los últimos descubrimientos arqueológico como los Rollos del Mar Muerto o los incunables del Monasterio de Santa Catalina en el Sinaí, al que denominan algunos junto con la Sabana Santa el Quinto Evangelio, ofrecen ciertas peculariedades novedosas. Los textos no son lineales ni se caligrafían de una misma mano, sino que ofrecen tachaduras e intercadencias. Giros no coincidentes y hasta equivocaciones de monto en la versión del hebreo al griego lengua esta última en que se soporta todo el Nuevo Testamento, a decir de Lapide.
¿Quién era Judas? Ha sido un nombre de escarnio que ha alimento de la columna contra el pueblo hebreo, una maquina de matar que no ha matado hasta los hornos crematorios de Auschwitz. El pueblo judío como tal – su clase dirigente tal vez- no fue responsable de la muerte del Inocente. Judas simboliza esa inclinación homicida que llevamos todos dentro. Somos envidia. Emulación. Mentira. Traidores. Largamos demasiado llevados por la pasión. Taimados y adoradores de Bethel y de dioses falsos. El duodécimo discípulo viene a ser una especie de antagonista repulsivo pero pieza indispensable en el argumento de la parábola y argumento necesario al cumplimiento de los planes divinos sobre la redención.
Era oportuno que un hombre muriese por el pueblo pero tambien se requería la existencia de un traidor para consumar los planes divinos. Con esa irrisoria suma fue comprada la economía de nuestra salvación Así que Judas, la figura más importante de toda la soteriología al revés, lo somos todos. Al final se ahorcó. Y su cadáver pingando de la quima de un enebro es un espectro en la historia de la humanidad. Algo macabro que nos persiga. Con las treinta monedas que lanzó a la cara de los escribas y fariseos se compró el campo de Haceldama. Un solar para construir, unos terrenos para edificar. Con Judas empezó la especulación y a cundir los, una voz que acusa en el silencio de los Campos de Haceldama, a lo largo de la historia humano. Sus ecos instan a la penitencia, al perdón, al arrepentimiento. Y esos campos de la sangre estarán siempre a nuestro lado. Nunca perderemos de vista a la delación y a la traición, a las guerras, a los homicidios, al hambre. A los pobres pero Él nos prometió quedarse a nuestro lado de hombres que sufren, aman y dudan, hasta el final.
Es el gran Haceldama o real state que nos desborda y se nos puede ir de las manos prometiendo destruir la vida y los paisajes. Ladrillo. Cemento. Cartabón, hilera, adaraja y plomada.
-¿Y qué me dais si os lo entrego?
-Treinta denarios.
Era lo que valía un polvo con cualquier esquinera meretriz de Jerusalén. Los símbolos encajan perfectamente en el ideograma. Pero vayamos más allá: por tan irrisoria cantidad de treinta sículos se puso en movimiento la maquinaria de la redención. No hay mal que por bien no venga. Algunos teólogos en una parenética ad hoc sobre la figura de este galileo misterioso que según refieren las crónicas era pelirrojo aducen que en el último momento, arrepentido, se salvó. La misericordia de Dios es infinita y sus vias inescrutables. Dios perdona a todo el que hace penitencia.
-¿A todos?
-A todos. Su vara de medir no coincide con nuestros patrones.
-Incluso al carnicero de la Plaza de la Republica Dominicana?
-También a Otegui lo absuelve aunque tendrá mucho que purgar. Judas es un personaje que se repite a lo largo de los ciclos y de los tiempos. Demuestra la existencia del mal. Judas, al igual que Jesús, también se quedará con nosotros hasta la resurrección del último día.