ARZALLUS
EN LOS INFIERNOS. DEFENSA DE EDUARDO G. SERRANO
Diría Quevedo vivo apartado en la paz de estos
desiertos en comunión con los difuntos hablo con los a los muertos (leo) y
(escucho). En mi vida de corresponsal la radio fue una herramienta imprescindible.
En Londres tenía sintonizada la BBC día y noche. En USA la ABC de Bárbara
Walters (para mí lo que decía Walter Cronkite era casi dogma de fe aunque a lo
último tuve la fea costumbre de dar la vuelta a las información que me
suministraban las grandes cadenas, al revés te lo digo para que me entiendas, y
por poco me echan del país, piensa mal y
acertarás. Conkrite era mi locutor favorito porque inspiraba
credibilidad y eso no pasa en esta España de ahora que nos ha tocado vivir ya
quedan pocas cadenas que pueda escuchar sin poner el grito el cielo. Excepto el
programa de Carlos Herrera en la COPE cuando no se sube por las ramas del árbol
del cachondeo trianero. El otro es Eugenio García Serrano en su locución
nocturna de los domingos en la Inter empieza a las 11 de la noche en un mano a mano con el profesor García Nieto ese
astorgano que es el mejor estomatólogo de Madrid os lo recomiendo. Se trata de
un programa a abierto a los oyentes uno puede llamar a la emisora y pronunciarse
ad libitum sobre el tema del día. El pasado domingo se centraba la polémica
sobre el compadreo de Sánchez con Bildu: este ejecutivo llegó a la Moncloa
tirado por los briosos corceles de antiguos etarras y de hispanicidas: Torras y
Junqueras. Se le ocurrió decir a Eduardo que seguramente Arzalluz aquel ex
jesuita vizcaitarra presidente del PNV se torra en las calderas de Pedro
Botero. Buena se preparó llamó un radioescucha que por sus trazas debía de ser
un señor obispo incriminando al director del programa. Eduardo, todo un espadachín
del micrófono, lamista de la controversia, con su probada habilidad dialéctica,
buenos reflejos y contundencia lógica dióle unos cuantos revolcones al oyente
que muchos de los que atendíamos al programa de madrugada nos dejó maravillados
ante su esgrima. Yo pensaba al escucharle que los neos nos han quitado (las
editoriales, las televisiones, las radiocadenas, los parlamentos, cámaras y
micrófonos adonde se pone en entredicho o se niega la entrada a los que piensan
por cuenta propia que para ellos es delito) todo menos la palabra. La palabra
sigue siendo nuestra. Y el pensamiento porque nosotros los marginales sabemos
ver y sabemos contar que es lo que caracteriza a los buenos escritores y
periodistas y ellos sólo tienen lacayos y fantoches para envenenar la mente de
las masas. Verbo divino irrebatible ante los que se doblegan ante la bolsa de
Judas y venden a Cristo por treinta denarios. El obispillo no entendía de hipérboles.
Había puesto en marcha los engranajes de la inquisición. Ya está aquí Torquemada.
El hijo de mi antiguo director aquel gran falangista Eugenio García Serrano
puso contra las cuerdas al comunicante. Al parecer las Iglesia tiene un doble rostro
y doble moral. Aquí se acuerda todo el
mundo de los incinerados de Auschwitz pero se callan e incluso se ríen ante la
memoria de los casi mil muertos asesinados por la espalda que se llevó por delante
el terrorismo de Bildu. Ello nada tiene que ver con nuestra fe. Seguimos siendo
Eduardo y yo católicos apostólicos romanos
la religión de nuestros padres aunque sí esto sigue así nos vamos a convertir a
la ortodoxia rusa. Lo malo es que cuando Ignacio de Loyola hablaba de los dos
reinos el temporal y el espiritual puede que estuviera haciendo una demostración
de hipocresía coram pópulo puesto que como bien decía aquel santo vasco y de Azpeitia
que bien puede estar como Arzalluz en los infiernos por su infinita soberbia
"un ojo en el cielo y otro en el cielo" la Iglesia estuvo en todo
momento al santo y a la limosna. Esa iglesia gobernada ahora por un jesuita. Un
punto filipino. Un compadre jesuitino amante de los honores temporales en
menoscabo de la verdad que es el dolor de la cruz de Cristo. Francisco
pontifica al dictado de de las logias. Con
ukases antievangélicos. Está bien seguramente estos dos vascos se
encuentren en el infierno. Habrá que bajarlos de la peana.