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lunes, 9 de mayo de 2022

 

622 HUBO PESTE EN ARAGÓN Y LOS BIBILITANOS LO CURARON CON VINO DE CARIÑENA. NOS ENTUSIASMA GRACIÁN

 








Volviendo a Baltasar Gracián

 

A GRACIÁN siempre se vuelve. Es un clásico ejemplo de jesuita ambivalente que miraba al cielo pero tenía un ojo en el suelo siempre (torcía la vista). Demostró ser un lince a pesar del defecto óptico. Los bisojos con un ojo contra el gobierno miran y parece que no miran. Aun así lo ven todo. Este hijo de san Ignacio era un rebelde que tuvo que vérselas con el capelo (castigo) de su rector, un jesuita que no le podía tragar. En los libros de Gracián encontramos poco de la adiaforia jesuítica ─ indiferenciada ante las cosas que le pasan a uno en la vida: enfermedades, destierros, lisonjas y abatimiento, porque al místico que vive mirando al cielo le da lo mismo vida corta que vida larga─. Él renuncia a esa dicotomía de estos frailes de la Contrarreforma tan audaces, discutidos y discutibles.  Y se nos muestra como un moralista del Renacimiento.

No eran los de la Compañía de Jesús frailes al uso, no cantaban en el coro, fomentaban la oración mental aborreciendo las devociones particulares que tanto gustaban al pueblo y se manifestaban como hombres de mundo. 

Nacido en la antigua Calatayud la Bibils romana, hereda esa pasión por los autores latinos y la socarronería de los maños. Yo me imagino a Gracián escribiendo en su celda atado a la cabeza el cachirulo haciendo los elogios del vino de Cariñena que adementa y es veneno para la razón pero "sirve al pobre de consuelo". 

Y debió de gustarle el traguillo a este jesuita tan poco convencional.

Los párrafos barrocos de su esmerada prosa hacen pensar al lector en la euforia y las oscuridades de Baco, un dios entrelubricán, esto es mitad luz y tinieblas que envía alternativamente rayos de euforia y de depresión a sus adoradores. Ángel y demonio. La viña es vida (vitis) pero puede en algunos casos asesinar a los que abusan del fermento de la uva. ¡Cuidado: andar con tiento! Aviso a los borrachos del autor del Criticón.

Gracián y algunos galenos de aquella España del s. XVII lo recomendaban contra la pestilencia.

 Ya lo advierte en el "Criticón": "debajo de una pobre capa se esconde un buen bebedor... que tras las peras vino bebas... el melón maduro pide vino puro... un trago tras la miel sabe mal pero hace bien... agua para los bueyes que el vino es manjar de reyes... purga el vientre y limpia el diente... apaga la sed y concilia el sueño" Pero al agua como buey y al vino como rey. No os emborrachéis."

 Son interesantes las observaciones que apunta el bilbilitano sobre los efectos terapéuticos de la enología. 

Hubo peste en Zaragoza en 1622 y los físicos curaban las tercianas administrando a los contraminados con un jarro de caldo de Cariñena, a veces un garrafón. Sería dulce el morir de una borrachera (ni te enteras), si el antídoto del morapio no surtía efecto, pero en caso positivo todo se curaría tras una buena resaca. "El vino en España es merced. En Germania señoría. En Flandes excelencia. En Francia alteza y en Inglaterra majestad". La cerveza ─concluye─ es bebida de herejes. La sangre de Cristo eucarístico, sin embargo, no es sólo buena para la salud, sino que también sana la peste. Cuanto me gustó enfrascarme en los libros del aragonés. mucho me hacen pensar.


 

JUDÍOS, MOROS Y CRISTIANOS LIBRO GENIAL DE CELA ¿FUE EL NORTE DE SEGOVIA REPOBLADO Y DEFENDIDO POR ASTURES?

 

Existe la creencia de que los reyes asturianos ejecutaron la reconquista hacia Extremadura pero leyendo este genial libro de CJC en estos tiempos de guerra me solazo con el dato que apunta: una doña Valesquida hermana del conde Fernán González arrebató Sepúlveda la de las siete puertas al moro y esta condesa era ovetense. El Fuero de Brañosera nos explica que en el reino de León fueron armados caballeros prevenidos en frontera para batallar contra el invasor tierras debajo de la margen izquierda del Duero. En la toponimia de esta provincia en la que yo nací existen nombres que recuerdan al sinfónico bable como Argañosa y en Aranda la fonética y la prosodia conservan el acento cantarín que caracteriza a los locales del Principado.

 La reconquista que cruzó el Guadarrama (se cuenta que fue un segoviano oriundo de Asturias el que tomó Magerit (Madrid). En cualquier caso, Alfonso VII el Emperador tras la conquista de Jaén que también ganó repobló esta zona de la margen oriental del Duero con asturianos, moros, judíos y cristianos. Se estableció un cordón sanitario que abraza la zona comprendida entre San Esteban de Górmaz y Peñafiel. Los cristianos no pagaban pechas. Los otros sí.

A lo largo del tiempo se produjo una fuerte asimilación, pero se conservan adherencias de la religión de Mahoma de Moisés y Jesucristo. Las mujeres iban a la iglesia y esto lo recuerdo bien de cuando niño con la cara tapada y se sentaban sobre una alcatifa a la morisca delante de un hachero.

Los hebreos al morir se quedaban mirando para la pared en dirección de Jerusalén y vivían en aljamas cerradas por la noche. La corona de Castilla les dispensa su valimiento y protección. No probaban el tocino, pero, alardeando de su conversión, colgaban jamones en la portada debajo del bardal que luego regalaban al cura. Los musulmanes se emplearon en la construcción de iglesias y ermitas.

 El arte románico debe a sus habilidades como canteros gran parte de estas construcciones que aun perduran. Eso sí por escrúpulos religiosos (el Corán prohíbe adorar a los ídolos) lo cual no fue óbice para que estos diestros artesanos estamparan sobre las paredes de los templos esas filigranas del esgrafiado segoviano, evitando la representación morfológica de la figura humana. 

Esta es por lo demás la tierra del cordero pascual. Las tres religiones honraban la calidad de carnes de la oveja churra en sus fiestas de Pascua y la del Cordero de Abrahán, de los musulmanes.

Tanto musulmanes como hebreos lo adoban con hierbas aromáticas en los banquetes de sus fiestas religiosas. Venció, con todo y eso, la cruz que se impuso como religión oficial sin merma alguna del carácter liberal del sentir castellano que toleraba a las otras dos creencias.

 Se alzan sobre los cotarros las torres del culto miguelino para honrar al divino Signífer protector de iglesia y sinagoga. Oh, San Miguel, defiéndanos en la lucha, se nuestro baluarte contra la maldad e insidias del diablo y envía a Satán y a sus malignos espíritus al infierno, se escuchaba una vieja oración que se rezaba en las misas. En cada pueblo del recorrido se vislumbra la espadaña de una parroquia alzando la cruz y alrededor casas de piedra o de adobe miserable.

 Dios era importante para el hombre medieval de modo y manera que los yernos en Fuentepiñel llaman a su suegro “mi señor” y a la mujer “mi señora”.

El siglo XII representa la apoteosis de la Fe cristiana dentro de las Tres Culturas y la Escuela de los Traductores de Toledo. Un sincretismo puro y duro que capta y expone con su prosa maravillosa que es difícil de olvidar este gallego don Camilo José, el cual vagabundea por estos tesos, de lo que es hoy la España vacía, poniendo una nota de humor y esperanza, cruzándose con tipos que parecen saltar desde algún capítulo de una novela picaresca.

 Pasa el cura de Calabazas a lomos de un burro de gran alzada casi dos metros hasta el borrén.

—Buenos días nos de Dios

—Buenos días nos de Dios

—¿Qué la familia bien?

—Bien todos.

A la salida de Pecharromán al vagabundo empiezan a dolerle las muelas, se sienta en la cuneta y acierta a pasar un sangrador tambien es casualidad.

 —Si tiene vuesa merced dos pesetas esa muela no le volverá a doler más.

Trato hecho. “El hombre extendió con mimo una hoja del “Adelantado de Segovia” y lo sujetó con cantos a cada esquina. Sacó del macuto sus trastos de matar, una herramienta sólida y vetusta como los pensamientos que el viento hace rodar debajo de las encinas o al borde de los flacos alamillos o por encima de los riscos en cueros. Sacó el pulicán, el gatillo, el botador, la dentuza y el descarnador y le extrajo a lo vivo la muela del juicio que estaba ya podrida. El vagabundo pegó un brinco y vio las estrellas. Pero no tuvo nunca más dolor de dientes.

 Cela realiza todo un alarde de conocimientos quirúrgicos, criba sus ideas sobre el garbillo de la palabra exacta del diccionario. Su prosa surge nítida como una sinfonía de la pluma de un genio.

En su corografía surgen nombres de pueblos despoblados que fenecieron: Santa Cruz entre Fuentidueña y Fuentesoto, Aldearrabal. El castro de Prospedalo, Aldines, Villabesos. Tabaque y Azafate y san Medel en Bernuy de Porreros. Estas aldeas seguramente fueron arrasadas como la de Fuentesoto del somo de San Gregorio en alguna aceifa de primavera porque por aquí pasó Almanzor tocando el tambor. Las naves fueron derruidas. Sólo quedó el ábside y el campanario que se alza todavía señera hasta hoy. Vita militia est, dice el Apóstol. Estamos en guerra con nosotros mismos o contra otros.

A la salida de san Miguel de Bernuy, cruzado el puente romano sobre el Duratón, cuando enfilaba la cuesta de Tejares, un quincallero reparaba con estaño la hojalata de los pucheros y picheles de una vieja, sentado a la puerta de la bodega.

—¿Qué, se trabaja mucho?

—Más que usted

El hombre debía de estar de mal talante. Pues ¡vaya unos modales¡  Lo pensó el vagabundo pero no lo dijo. CJC sabe pulsar los registros del idioma y con él realiza malabarismos que hacen reír al lector o llenan su corazón de ternura. Hay que comprender y perdonar a los españoles. Este siempre fue un país por demás bronco. No nos andamos con zarandajas.

 

De Peñafiel a las puertas de Segovia en este camino que recorre sabe definir de un plumazo la idiosincrasia de cada pueblo. Por ejemplo, del seco y polvoriento Campaspero aledaño de Cuellar dice: Campaspero no sabe de qué color son los árboles.

Se encuentra con el chulo los Valles omnipresente en cada fiesta de prao o

Quiquito el tonto del pueblo al que no dejan arrimarse las mozas porque se le cae la baba:

—¿Tiene usted novia don Camilo?

—Que ha de hacer. Pachasco alguna vez si que tuve, pero se me murió.

—Yo nunca tuve novia ni la tendré— dice cabizbajo Quiquito.

—Algún día la tendrás, Quiquito. Ya sabes que tocamos a siete y una tuerta.

Al pasar el vagabundo por Rábano el sol va de caída y a la vera del San Bernardo el río que nace en Fuentesoto y baña a Sacramenia antes de sus bodas con el Duratón al vagabundo  le dieron una botella de vino  y un par  de huevos por sujetar a un caballo desmandado

Cagija, aldea desaparecida, ya honraba a Santa Marina. La encuentra cuando deja atrás el despoblado de Aldeafelón.

Realiza en este libro un pronóstico de la España vacía que algún día resucitará. ¿Qué maldición lo secó  la historia? Se pregunta. No hay respuesta, pero sigue su ruta per pedes apostolorum y desde Sacramenia, un camino a cada viento, va a dar a  Fuentidueña que tuvo siete parroquias y sólo queda una, dedicada a San Miguel, la cual fue un antiguo templo a Júpiter.

La totovía cuando llega cantaba en el barbecho.

Calabazas conserva su gran iglesia que es una de las más grandes de la diócesis. Y en Fuentesaúco el sangrador le explica por qué no quiere entrar en el pueblo. Por culpa de Martelita, moza garrida y hermosa pero de la que se apartaban los mozos porque olía a peste y no consiguió sanar. Las hierbas y sanguijuelas no dieron resultado y a él lo acusaron de haber dado muerte a la enferma. Por eso evita meterse en el pueblo. Dan un rodeo.

Me metieron en desaguisado que juré no volver a pisarlo. La cura no salió a derechas nada se puede hacer frente al destino”

Cozuelos y de ahí a Fuentepiñel. De esta hecha se plantan en Aldesoña que duerme el sueño de los siglos a la vera de un molino. Acto seguido se cruza con el despoblado de san Mamés en Fuentepiñel muchos barros y poca miel. Membibre para cangrejos. Castro los chivos y Torreadrada las cabras. Fuentesoto cagaberros que se crían en Peña Colgada donde caga y se mea la zorra cuando la viene en gana. Ándale. Bailemos la jota ya.

Torrecilla es pueblo en un risco y en Cantalejo los trilleros parlan una gacería para entenderse sin que se sepa que recuerda a la lengua de Oc.

Cela en este texto de traza cervantina cuenta ésta y otras muchas cosas fantásticas de lo que vio en la provincia de Segovia allá por un año a finales los cuarenta.

 Se muestra jocundo andarríos por la España real, y se cruza con pelgares, hampones y vagabundos gente sin oficio pero conformado con su suerte y que canta a la vida. Al fin y al cabo la novela picaresca nació en Segovia a los pies del acueducto entre perailes, trajinantes y cuadrillas de la Hoja.

 

seguirá