POLIBI0
LEO UNA RECENSIÓN del historiador griego que contó la vividura de las guerras púnicas y fue testigo ocular del asedio a Numancia nueve años de bloqueo y los numantinos prefirieron suicidarse antes que rendirse a los EXTRANJEROS 153 a. c Polibio que fue contemporáneo de lo hechos y seguramente formó parte de la plana mayor de PUBLIO CORNELLIO ESCIPIÓN el africano debió de estar allí y cuenta los hechos con una objetividad pasmosa.
Quince mil iberos prefirieron arrojarse al fuego de una hecatombe en el foro de la ciudad antes que rendirse al yugo extranjero. Sus descendientes los celtíberos de ahora jamás imitarían a los numantinos.
Están medio lelos con esto de la pandemia y, acojonados, nos largan el bien rollito del buenísmo. Polibio con ese clásico golpe de vista que tienen los mejores historiadores. Con estilo gnómico y sentencioso, cuenta la historia con la concisión y precisión de un narrador de altura, casi como un reportaje como aquel que dice.
Aquellos moradores el alto cerro defendido por una carcava abismal se enfrentaron al Escipión Africano el que derrotó a Anibal Barca. El que pasó los Alpes a lomos de un elefante.
Yo estuve en Numancia hace muchos años, escribí uno de mis primeros reportajes. Alto de un cerro pelado todavía quedaban columnas basales ruinas de un templo y las lajas de las calles empedradas (strata) Era por san Juan y el sol pegaba de firme. Caída la tarde, admirado por la gesta de mis antepasados me fui a ver saltar la hoguera a los paisanos de Pedro Manrique.
Pisaban las brasas y no se quemó ni uno.
Soria guarda misterios solemnes y sublimes de la patria viejo reducto de los várdulos, vacceos o vascos los ancestrales pobladores de España. Fue Cornelio Escipión el Africano a cuyas legiones aquellos trogloditas recién salidos de la Edad de Piedra a quien se enfrentaban aquel que gritaba delenda est Cartago.
Una voz interior a mí me decía no puede ser. Aquellos españoles eran de otra pasta. Hoy se escucha por los rincones de nuestra nación sumida en los de la peste una similar proclama.
—Delenda est hispania... destruyamos España.
Parece ser que estoy viendo su enemigo declarado aquel cartaginés que de niño fue obligado por su padre Amilcar barca a jurar odio eterno a los romanos a Aníbal acometiendo la subida a los Alpes con sus elefantes y la impedimenta de un ejercito formado por cien mil hombres.
Las legiones lo pararon en Cannas y en Trashimeno el cartaginés estaba a tiro de piedra de los muros sagrados de Roma. Cartago así consumaba su promesa de odio eterno a los romanos.
Ecos de voces que resbalaron por las enciclopedias que estudié en mi infancia cuando don Ramón Alonso el capellán del hospicio, el que nos enseñaba geografía e historia, un curón con un cuerpo de gigante y cabecita de garbanzo, me hacía recitar pasajes en griego redactados por Polibio haría entonces más de mil años.
Delenda est Carthago sí. Yo sentí la furia de los carros el batir de las espadas, los gritos y blasfemias de los velites, el relincho de los caballos, el olor de la sangre, los yelmos aplastados, las adargas volando por los aires, el horror de la sangre derramada. El historiador retrata una batalla tal y como era cien años antes de cristo.
Polibio era un griego 254-183 a. c que fue hecho prisionero por los romanos en su guerra contra Grecia fue vendido como esclavo en la catasta de la Via Apia, un rico patricio le confió la educación de sus hijos y, ya manumiso, y con la libertad conseguida, se dedicó a escribir y viajar siguiendo a las legiones.
Es uno de los primeros historiadores que habla de España y de la ferocidad y sencillez de las costumbres de las tribus ibéricas que fueron sometidas a la férula del imperios después de muchos años y trabajos.
Cataloga nuestras plantas, diseña nuestra geografía.
Somos gentes, dice, polirrizas, hijos de muchas raíces y de muchas leches. Gracias a Polibio sabemos una cosa que las maquinas de guerra del Cesar tardaron casi veinte años en taladrar los muros de Numancia.
La plaza se rindió por sed y por hambre, y digo lo que el general Muñoz Grandes sobre el temple de los soldados españoles duro es el invierno ruso pero más dura es mi raza. Cuando aquel divisionario arengaba a sus tropas en enero de 1943 frente del Este parece que se estaba dirigiendo a los españolitos del año 21 sujetos a la poliarquia gobierno de muchas taifas politiqueras donde todos quieren mandar.
Duras son las circunstancias pero sobreviviremos capeando el temporal. En eso de la estrategia los hispanos somo expertos. Los militares al arte de resistir lo denominan poliorcética. No se rinde pues la plaza