04-2kama_Academia-Artilleria-Homenaje-Caidos_KAM2678
La viuda del subteniente Luis Conde ha participado, emocionada, en el homenaje a su marido. / KAMARERO
Publicidad
La Academia de Artillería ha vivido hoy un emotivo acto de homenaje a los caídos de todos los ejércitos, a aquellos que dieron su vida por España. Este recuerdo se suele celebrar el día de Santa Bárbara, el 4 de diciembre, previo al acto público que los artilleros llevan a cabo en la Plaza Mayor, pero este año se ha decidido separarlo de la celebración del día de la patrona y hacerlo coincidir con el día de los Fieles Difuntos.
Así, el Patio de Orden del antiguo convento de San Francisco se ha convertido en el escenario de un sencillo y emotivo acto en honor a los fallecidos. El objetivo no era otro que ofrecer un sentido recuerdo a aquellos que, formando parte de los Ejércitos en todas las épocas y lugares, ofrecieron su vida por España.
Pero además, este año se ha centrado el homenaje en la persona de Luis Conde de la Cruz, subteniente destinado en el acuartelamiento de San Francisco cuando fue asesinado por la banda terrorista ETA en un atentado en Santoña (Cantabria) en el año 2008. Por ello, en el acto han estado presentes sus familiares, muy emocionados por el recuerdo.
Con aire castrense y puntualidad extrema, como no podía ser de otra manera, comenzó el acto con los artilleros formando en el Patio de Orden y el director coronel de la Academia de Artillería, José María Martínez Ferrer, pasando revista y dando la bienvenida a los asistentes.
Con el corazón en un puño y las gargantas forzadas, se interpretó el ‘Himno a los caídos’ mientras se depositaban coronas de laurel repartidas por el patio en homenaje a los artilleros fallecidos. La viuda de Conde de la Cruz, Lourdes Rodao, acompañó la corona que se depositó en la placa en la que el nombre de su marido figura junto al de otros compañeros fallecidos, bajo el lema ‘Honor y gloria a los que mueren por la patria’.
No faltó un pequeño responso, pronunciado por el párroco Luis Miguel Muñoz Ríos, ni el toque a la oración, que los artilleros escucharon con sus armas sobre el hombro, como es tradición.
Para finalizar este acto, sencillo pero cargado de emoción, todos los presentes entonaron el ‘Himno de los Artilleros’. Finalizó así el homenaje a los caídos, en el que también se pronunció el texto ceremonial: “Los demandó el honor y obedecieron, los requirió el deber y lo acataron; con su sangre la empresa rubricaron, con su esfuerzo la patria engrandecieron. Fueron grandes y fuertes, porque fueron fieles al juramento que empeñaron. Por eso, como valientes lucharon y como héroes murieron. Por la patria morir fue su destino, querer a España su pasión eterna, servir en los Ejércitos su vocación y sino. No quisieron servir a otra bandera, no quisieron andar otro camino, no supieron vivir de otra manera”.
Segovia, rota de dolor y rabia por el brutal asesinato de los terroristas
22 de septiembre de 2008. 00.23 horas: una llamada anónima al servicio de ayuda en carretera de San Sebastián avisa de que una bomba va a estallar cerca del Patronato Militar de Santoña. Comienza el desalojo del edificio. Hay 60 personas.
Una de la madrugada: la explosión se produce y acaba con la vida del brigada Luis Conde de la Cruz y deja seis heridos de carácter grave. Es el tercer atentado con similares características en apenas 24 horas, tras los registrados en Ondarroa y Vitoria.
Es la venganza de ETA por la ilegalización de sus ‘marcas’ políticas ANV y PCTV y a la condena de uno de sus tentáculos, Gestoras Pro Amnistía. Venganza que le costó la vida a Luis Conde de la Cruz, con 46 años, que pasaba unos días en Santoña con su mujer, Lourdes Rodao, y su hijo.
El militar fallecido fue una de las últimas personas en desalojar las instalaciones del Ejército y abandonó el edificio justo después de su mujer, que incluso acudió a socorrerle después de la explosión, según relatan las crónicas del fatídico día.
Segovia se despertó ese 22 de septiembre con el corazón sobrecogido, cuando la noticia fue conociéndose. La capilla de la Academia de Artillería, en la que Conde de la Cruz había desarrollado gran parte de su carrera militar, abrió sus puertas a la ciudad para que llorara a su hijo, su amigo, su vecino. Allí se instaló la capilla ardiente y allí también se celebró el funeral.
El dolor y la rabia, la incomprensión por otro sinsentido, la desolación… Segovia se volcó y lloró al brigada, acompañó a sus padres, a su mujer, a su hijo y a toda su familia en los momentos más duros de su vida. También lo hicieron los políticos, por aquí pasaron los líderes del Partido Popular, entonces en la oposición, Mariano Rajoy, Federico Trillo y María Dolores de Cospedal; y el presidente del Gobierno en aquel 2008, José Luis Rodríguez Zapatero, asistió al funeral de Estado celebrado el 24 de septiembre, acompañado del ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, y la ministra de Defensa, Carmen Chacón, y los jefes del Estado Mayor del Ejército y de la Defensa.
Con emoción se despidió a Conde de la Cruz también en la Plaza Mayor, que se llenó hasta la bandera de segovianos para mostrar su apoyo a la familia y, sobre todo, su rechazo a ETA.
05-1chas-concentracion-contra-asesinato-luis-conde_CHA_2928
La Plaza Mayor se llenó de segovianos du