CULTO GREGORIANO LOS DOS GREGORIO EL MAGNO E HILDEBRANDO DE CLUNY. LA IGLESIA DE Fuentesoto ERA UN BALUARTE TEMPLARIO CONTRA LA MORISMA
Ahora que al parecer ni necesito cistopatía y meo con ganas me subo al corcel halado de la imaginación y tramontada la serranía guadarrameña ruedo a mi pueblo.
La iglesia de san Gregorio que se alza sobre un otero en Fuentesoto con su espadaña románica cortada a bisel, las escaleras de la sacristía gastadas por el pisar de los siglos, fue para mí la clave de un enigma.
Estoy escribiendo una novela que titulo “Quietorium” donde trato de establecer dialogo con los que moran en aquel habitáculo que fueron mis ancestros allí enterrados: mis padres, mis abuelos. mi tío Pedro el sacristán y una hermanilla que me precedía llamada Henar.
Pero las calaveras no alzan la voz, los huesos de mis muertos se quedan quietos.
Las helgaduras del antiguo presbiterio que debió de ser el iconostasio pues esta es una iglesia en honor de san Miguel el que pesa las almas y nos lleva al trono del juicio de los tiempos visigóticos reedificada al estilo románico y destruida en una razia de primavera por la morisma, ofrecen habitáculo a las palomas que construyen sus nidos.
Quietud en los precintos. Quietorium. Se escucha el zureo de estas aves que empollan a sus hijuelos por primavera. Parece ser que fue consagrada bajo la advocación de san Gregorio y yo me pregunto cuál de los dos. ¿San Gregorio el papa romana del siglo VI el que enriqueció la iglesia romana con la liturgia de Bizancio? ¿O Gregorio VII el monje Hildebrando el que huyó a Canosa del XI?
¿El que cambió el rito visigodo por el romano, maestro de san Bernardo, y monje de Cluny?
A partir de él toda Europa se inundó de monasterios cistercienses que al mismo tiempo eran baluartes. Fuentesoto dista media legua de Sacramenia en cuya circunscripción florecieron los cenobios de Cardaba, Pecharromán y otros anejos dedicados a Santa María.
Era zona de frontera cuando los reyes asturleoneses cruzaron la raya del Duero y repoblaron la margen izquierda del río de Castilla.
La arquitectura de arcos fajones, los ventanales del campanario huecos y sin campanas que yo veía desde mi alcoba cuando era niño y me traían a la cabeza presagios de la muerte, es todo un enigma.
Sobre las tapias de la antigua iglesia derruida se elevaban los hitos de la cruz del temple.
Debió de ser un emplazamiento defensivo.
El ábside de sillería no es circular como solía ser en los templos románicos sino rectangular al estilo de las mozárabes.
Las numerosas iglesias y ermitas de todo el distrito son reviviscencia del culto a san Miguel al que esculpen los arquitectos del medioevo con una balanza entre las manos. San Miguel pesa las almas. El de la statera o romana.
Es el defensor de la iglesia y de la sinagoga desde las alturas del monte Gargano.
El culto miguelino es coetáneo del culto gregoriano donde se afianza la primacía de los papas tras la creación del sacro imperio germánico por Carlomagno y anterior al culto de hiperdulía el que dispensa la Iglesia a la Virgen María.
Todas estas interrogantes están consignadas en mi novela que no sé si seré capaz de acabar puesto que en estos tiempos de “libertad” soy un autor ninguneado y perseguido.
Se permite publicar. ¿Distribuir? Ni hablar. Caes en el vacío de un mutismo absoluto. Es como una mordaza.
Utilizo este bloc como palimsepto en que me desahogo y estampo mis pensamientos aunque
con la impresión de que me plagian o soy espiado, de que estoy trabajando para el turco, un turco al que pusieron mordaza.
Por decreto de los Sabios de Zion que se han adueñado de las prensas. Políticamente soy un apestado.
¿Qué importa? Cristo está en la historia. Estas añagazas blasfemas de los que piensan en el imperio de los descreídos (y esta es una de las claves nefastas de la guerra en Ucrania que los anticristianos están organizando contra Rusia) caerán por su peso.
Yo seguiré especulando y contradiciendo a los que quieren poner la historia del revés y atacan a la Iglesia desde fuera y desde dentro.
Tratan de engañar al pueblo. Desconocen que el culto miguelino es una reminiscencia del mazdeísmo persa basado en la dicotomía de Ormuz y Ahrimán.
Ormuz es el bien, la belleza, la quietud y Ahrimán el mal el dolor la muerte, la enfermedad, la guerra.
Los iraníes creían en la inmortalidad; de ahí que a la hora de la muerte Ormuz presentase un balance de la conducta del difunto.
Si pasaba el examen iba al paraíso. Si había sido malo, caería en el “orcum” (infierno).
Todas estas preguntas me hago en este extraño libro en preparación partiendo de una sentencia eclesial acerca de los paganos, los que llama nuestra teología “animae naturaliter christianae” (almas que han practicado la caridad y el bien aunque no haya recibido el bautismo)
Porque se arrastran por el infortunio, la decepción, el desamor, el desencanto, el alcohol.
Son unos perdedores.
Así las cosas, por el hecho de que Cristo vino a salvar al mundo de la oscuridad tratando de unir las creencias sincretistas con la buena nueva evangélica.
Ello alienta su esperanza.
No sé si mi Quietorium será biográfico ni si verá las letras de molde, puesto que esta pregunta es parte concomitante de mi vida y mi experiencia: los personajes son todos ex curas y ex seminaristas intrigados por la gran interrogante de nuestras vidas. ¿Qué acontecerá cuando muramos?
Los muertos que yacen en la antigua iglesia de San Gregorio de Fuentesoto no dicen ni mu.
Nadie parece tener una respuesta. Cielo, infierno y gloria ten cristiano en tu memoria. ¿Purgatorio? ¿Seno de Abraham?
A todo esto, san Miguel sigue arriba pesando las almas y cabalgando a través de las estrellas.
La fe dice el P. Astete es creer lo que no vimos. Con todo y eso es bueno creer en la vida eterna. Así pues acabo mi vuelo imaginativo sin una respuesta clara pero lleno de esperanza. Tú, Señor, tienes palabras de vida eterna.
Esa reflexión me conforta. Hasta parece que hoy exonero mi vejiga con más vigor. Volví a casa contento.