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martes, 27 de abril de 2021

 








 LEONOR DE CASTILLA REINA DE INGLATERRA FIEL ESPOSA DE EDUARDO I

 

Pocos españoles conocen la historia de esta reina castellana nacida en Burgos hija de Fernando III el Santo fallecida en 1290 y enterrada en la catedral de Westminster.

 Para mí era una remembranza solícita cuando salía del metro (el tubo que dicen los castizos) y afloraba ante la cruz allí elevada por el rey su esposo. Charing Cross fue una de las doce cruces construidas en la vieja city. Sólo se conservan tres.

Asimismo cuando visitaba la catedral de Lincoln una de las más hermosas del gótico perpendicular inglés veía su estatua labrada en la magnífica portada junto a su esposo Eduardo. Otra vivencia predica era el recuerdo de Catalina de Aragón inhumada en la catedral de Peterborough primera mujer de Enrique VIII y es que las españolas dieron mucho juego una vez casadas con monarcas ingleses.

La historia nos dice que Doña Leonor cuya estatua yacente aparece con la toca de las casadas (almaizar) indicativo de su estado.

Las solteras se adornaban el pelo con el garbín o diadema con redecilla. El sepulcro fabricado por el escultor catalán Guillermo Torrell es una maravilla que guiada el silencio de la eternidad en espera de la resurrección de la carne.

Doña Leonor parió quince príncipes y princesas, fue muy querida por el pueblo inglés que vieron en ella el sello de la lealtad y fidelidad matrimonial.

A vuela pluma se me brinda el pensamiento de la dignidad y respeto de aquellas españolas madre coraje fieles hasta la muerte al lado de sus maridos, mujeres fuertes, en una época como la actual cuando los españoles nos desayunamos con la noticia de un uxoricidio o un crimen pasional. A mí me parece que estos crímenes no han de ser tomados a la ligera.

 Ellos no sólo tienen la culpa de tanta brutalidad.

Hay que indagar en las causas remotas y próximas de derramar la sangre de lo que más se quería y por qué se produce el terrible axioma de “la maté porque era mía”. Algo terrible está pasando.

Yo culpo en parte a la sociedad y a la banalidad con que se aborda algo tan sublime como es el amor de marido y mujer. Me decía mi padre el pobre que el que levanta la mano contra su costilla se hace daño a sí mismo.

 Por eso traigo esta mañana a colación el ejemplo de Leonor de Castilla siempre al lado de Eduardo I al que acompañó a la Novena Cruzada.

Cuentan las crónicas que le salvó la vida absorbiendo ella el veneno inoculado en el brazo del rey cuando fue picado por una víbora. Gracias a esta reina las relaciones comerciales  con las Islas entre Santander y los puertos asturianos de Villaviciosa se estrecharon con la exportación de vino, trigo, aceite, telas, hierro.

Una de las vías de navegación más antiguas de Europa era la que unía de Southampton con Gijon según cuenta don Gaspar de Jovellanos.

Aconsejo a las españolas que trabajan en Reino Unido que se santigüen y musiten una plegaria cuando salgan de la boca del metro de Charing Cross como hacía yo en mis años londinenses. England made me.

En España yo nací pero Inglaterra me hizo un hombre y Leonor de Castilla como reina fue todo un paradigma. Ojala esta doña Leonor  de Borbón, nuestra Princesa de Asturias, la joven adolescente hija de don Felipe y doña Leticia siga los pasos de su predecesora y aprenda en ese colegio de País de Gales, donde irá a formarse, las normas del buen gobierno para consolidación de la monarquía española que siempre estuvo relacionada con la inglesa. 

domingo, 25 de abril de 2021

 DEMONIOS EN EL JARDÍN


Los que luchamos contra la Bestia conocemos bien al Pateta: siempre vuelve. Una veces disfrazado de sacerdote, otras alentando bajo las páginas de un libro y muy particularmente en los noticieros de la Radiodifusión donde se encuentra ahora primordial mente a través de la red de redes que es su gran campo de acción.En este caso no vino con sotana de cura sino vestido de mujer. Estaba yo en el alguarín que me sirve de biblioteca, despacho y biblioteca ayer por la tarde, acababa de recitar las oraciones de la misa de San Pío V cuando oigo un estruendo.Tintinearon los vasos y las tazas de té, cayeron algunos libros de los anaqueles y todo el recinto empezó a vibrar. Subí arriba a ver si todo el mundo estaba bien y encuentro a mi mujer alarmada.Salgo al jardín y reparo en que mi vecina un tal Cristina estaba subida a la escalera con una maquina perforada tratando de abrir un taladro en la pared del hastial de mi casa que da a su jardín.Mi vivienda es una semiadosada, el último chalé de la urbanización. Hace unos años por evitar líos y ante los gritos e insultos de esta señora le cedí un pequeño pasillo entre su propiedad y la mía con la condición de que no edificase o apoyase habitáculo al hastial de mi casa que es exento.Talé varios arboles que crecían en el pasillo un arce y dos manzanos sólo por complacerla a ella y en aras de la armonía y la buena vecindad. No hizo caso. Adosó a mi pared un chiringuito.Se lo dije: “no has cumplido tu palabra” y su contestación fue satánica: “Tú a rezar y a comerte las hostias a puñados, déjame en paz”. Yo a veces rezo el rosario en alta voz o pongo musica religiosa. Y eso debe de desmelenarla a la señora”.

O está poseída o está loca.

Me dolió la puñalada pero bajé la cabeza rogando la que por favor no edificase más en mi parcela. Oídos de mercader. Pasó algún tiempo. Yo estaba en mi jardín y saludé los buenos días a su marido Eduardo que era un bendito. No me contestó. A los pocos meses falleció de un cáncer en el colon. Encomendé su alma, cuando hete aquí ayer un lluvioso mediodía de abril escucho el estruendo de referencia, creí que era un terremoto. Salí y la vi manipulando la taladradora junto a mi ventana.

-“Oiga, bájese de ahí, está cavando un boquete que puede hundir la casa. Ese es el muro de carga”.

-“Tú cállate”.

Tal desconsideración me exasperó de tal forma que no logré la pasada noche pegar ojo y ahora me doy cuenta de que hay demonios en el jardín. Vivo en un territorio que fue teatro de operaciones en la guerra civil española. Aquí se dio la batalla de Brunete, la más cruenta de la guerra civil.En el suelo del garaje y un pequeño huerto que hay en el jardín de atrás he topado con metrallas, encontré balas y pedazos de bomba de mano Lafitte.Estoy seguro que la muerte cruenta de estos cuarenta mil hombres que perdieron la vida en los enfrentamientos fratricidas de julio de 1937 nos reclaman y culpan. El diablo sabe aprovechar tales ocasiones para hacerse presente en la irritación en la cual vivimos los madrileños en estos tiempos de elecciones, en el odio, la tristeza y las noticias funestas a todas horas. Cuando los informativos no se refieren a la endemia, al último crimen pasional oi violencia de géneros, se entregan a la alcahuetería rufianesca del famoseoRezo por los caídos en este lugar que llaman la Mocha Chica, canto el oficio de difuntos y el réquiem, desgrano las cuentas de mi rosario para alejar de mi mente cualquier conato de violencia, el insulto, la descalificación que es el pan nuestro de cada día de los españoles. Mis compatriotas están irritados y nerviosos en días de comicios. Su cobardía les impide dar un paso al frente y enfrentarse a la Bestia. Actúan por la espalda y a la agachadiza. Se suscriben a la soplonería y las denuncias. Acto seguido vendrán los “paseos”. Sí, ciertamente, han vuelto los demonios al jardín de atrás. Esta Cristina viuda de Eduardo Rute necesita un exorcismo. Quiere derribar mi casa y talare los arboles del herrén que me guarecen de sombra en los ardientes estíos castellanos. Dios se apiade della.

miércoles, 21 de abril de 2021

 

GRANDES DIFERENCIAS ENTRAMBOS FLAGELOS EL COVID Y LA PESTE NEGRO. AHORA HAY MASCARILLAS Y MÉDICOS Y ENFERMEROS EN 1348 NO SE ATREVÍAN A TOCAR A LOS APESTADOS

 

LA PESTE NEGRA DE 1348 Y EL COVID DE 2020

 

Gracias a Dios y la intercesión de la Virgen Santísima y de Sta. Teresita de Lisieux de la cual soy devoto salvé de la peste. Vaya ,i agradecimiento a los médicos que me cuidaron en el hospital del Escorial el pasado marzo de 2020 y a las enfermeras emigrantes en su mayor parte. Quedaronme algunas secuelas. Se me cortaba la respiración y tenía como un nudo en la garganta que me costaba expectorar. El remedio empleado para deshacer ese nudo fue (mirabile dictu) que volví a fumar n pipa. El humo del tabaco alivió mis fosas nasales. Creo que soy un hombre nuevo después de tal trance. Vi la muerte de cerca, ─el paciente con el que compartía habitación un hombre joven del Opus que leía "Camino" falleció en siete horas─ encomendé mi alma a Dios aferrado a las cuentas de mi rosario y fuere lo que Dios quisiera. La noche del 19 de marzo fiesta de san José tenía mucha fiebre, uno de los facultativos me administró aneurol, sudé toda la noche hasta empapar la cama y a la mañana siguiente me sentí mejorado. Pronto me dieron de alta. Al abandonar la sala el personal del hospital empezó a aplaudir y yo me sentía como Curro Romero sacado a hombros de la Maestranza en una tarde triunfal.

Ahora estoy leyendo a Bocaccio que escribió el Decameron como "vacuna" psicológica contra los pesares de aquella endemia que en los seis meses que duró de marzo a octubre de 1348 en la patria del Dante acabó con la vida de casi cien mil personas. Hay una gran diferencia entre aquella epidemia local y esta del Covid global. Entonces no había enfermeras heroicas como las que hemos tenido en España. Los enfermos eran abandonados a su suerte. 

Si tenían la suerte de encontrar algún medico este les tomaba el pulso con la cara vuelta a la pared para no recibir el aliento del apestado. Cerraron las posadas, las tabernas y los burdeles. Sólo estaban abiertas las farmacias, las iglesias y las notarías porque los florentinos se agolpaban a la puerta para hacer testamento. "Ninguno afectado por el morbo, dice Giovanni Bocaccio, aguantaba al cuarto día".

 La gente huía al campo para evitar el contagio, algo que se está produciendo actualmente: el personal busca casas en el extrarradio y abandona los cuartos en las ciudades. También subieron los precios de los alimentos y otras utilidades un cincuenta por cien. Se instauró el hambre pero la humanidad salvó y siguió viviendo gracias a Dios.

 La gripe del s. XIV fue difundida por las ratas. Quienes contraían la enfermedad congestionada la sangre adquirían un color negro las venas se apelmazaron y se volvían tierra, los enfermos se quedaban pajaritos en sus moradas y nadie  sabía que murieron hasta que hedían, los vecinos contrataban a unos camilleros con angarillas y echaban el cadáver en la fosa común. Esta de ahora se achaca─peregrina tesis─ al mordisco del murciélago. 

Pero esto tampoco es seguro. Existen muchas opiniones al respecto. La etiología del bacilo está sujeto a especulaciones múltiples de los lemólogos a veces contradictorias y aparte de un flagelo médico ha pasado a ser un problema política que alimenta a los grandes monstruos de la contradicción. Yo que soy católico apostólico y romano con puntas y ribetes de ortodoxia bizantina veo el virus como un aviso de la divinidad instándonos a la conversión. Este es el metanoite de san Pablo, amémonos unos a otros, perdonémonos. Que Cristo está en la historia sin meter mucha bulla lo experimenté en la solicitud y amor con que me atendía aquella enfermerita ecuatoriana gachupichi. Dios se lo premie y mi lema es un anuncio de esperanza y de reportación a mis hermanos. No temáis que Él está ahí aunque su presencia apenas se le nota. "Ne bayotsa" (no temáis) que dicen los rusos.

jueves, 8 de abril de 2021

 

JUDAS ¿HERMANO CARNAL DE JESÚS?


ANTONIO PARRA


Era alto, bien parecido, rubio tirando a rojizo por lo que algunos Padres coligen que Jesús también era rubio por estar emparentado con Judas. Algunos sospechan que pudo ser su hermano carnal para hacer más verosímiles las semblanzas entre Caín y Abel y que lo vendió por envidia. Judas. Jesús. Dos caras de una misma moneda. El haz y el exergo. El bien y el mal puerta por puerta. La histgoriografía moderna, basandose en el estudio del lenguaje arameo, confiere a Judas el título de hermano carnal de Jesús.

-Ahí te esperan tu madre y tus hermanos.

¿Estaba Judas entre ellos? Y hasta han salido fisonomistas y especialistas en prosopografía que afirman que Judas era clavadito a Cristo. ¿Por qué lo vendió entonces en treinta monedas? Por malquerencia. Además la venalidad es una de las flaquezas humanas. ¿Y de ser así la historia dónde colocamos a san José y la Virgen María? La Maquina de la Verdad ni sabe ni contesta. Se limita a decir que aunque la naturaleza es la misma el sistema de valores y el lenguaje del hombre del ayer diferían mucho. El Nuevo Testamento pasa de puntillas sobre estos asuntos claves que a todos los creyentes nos gustaría conocer y habla de una forma rotunda y elocuente pero en elipsis utilizando el símil y la metáfora para colacionar la persona del Salvador con lo dicho por los profetas veterotestamentarios.

Dentro de siete días Martes de Dolores. Su nombre reverdece todas las semanas santas cuando engrandan las encinas, flor parda del camino, ramas de olivo, hay candela encendida en los castaños, que es árbol fiel y medular que acude a todas las convocatorias de España, como aquel que dice. Castaños de indias opositando siempre por las praderas, remolonean un tanto con su savia las acacias que son las más resistentes. Hay quien dicen que el árbol del que se colgó Judas era una acacia pero otros dicen que un espino. Y de cambronera era la corona que le dio tormento. Por eso detallan que benditas zarzas incandescentes desde las cuales habló Dios a Abrahán y permitió que al Salvador lo ciñesen las sienes con pinchos de escaramujo, comúnmente tapaculos, con perdón. Cada especie arbórea reverdece por turno. Abren brecha los almendros. Seguidos de perales y donguindos. Higueras y parras suelen ser los últimos. El mirlo también acude a la cita sonora de los ocasos y la abubilla toca el trombón por la hondonada, y el golorito hace virguerías cantorales por la fronda del espino que el ruiseñor es pájaro fino e invisible pero tan audible que nos enardece con sus filados increíbles. Es primavera, hombre, y va a resucitar Jesucristo.

Sabréis que se acerca la pascua. Dos nombres se barajan ya: Jesús y Judas. Son homófonos y bien parecidos y los dos, sonando a biblia y judaísmo, esparcen por todos los ámbitos el mensaje de la palabra. El bien y el mal frente a frente dispuestos a contender batalla. Un concepto medieval que repugna en parte al hombre moderno que no considera que esta vida sea una lucha entre la luz y la oscuridad. Ahora se suprimen los calificativos de superioridad. Viene la duda y uno se siente más cómodo entre los de igualdad. Se puede ser malo sin llegar a pésimo y bueno sin recabar el grado óptimo. Todo está entreverado. El término medio es ángulo predilecto de la sabiduría. Que no muy aconsejables son los excesos. In between. Comme çi comme ça. Oh Judas yo te perdono por el Manso Cordero al que enviaste al matadero. Entiendo tu lucha trágica, la batalla interior que libraste contigo mismo.

La vida es un drama y comprender es perdonar. Mejor así. Pero acceden las brumas y nieblas de la duda seguida de las carcajadas diabólicas que, resonando en el jardín de atrás, nos advierten de que vana es nuestra fe. Si Él no resucitó esto se queda en agua de borrajas. Bajó a los infiernos y tres días estuvo en la región de los muertos. Y resucitó después en cuerpo glorioso. Pero mirad en el sepulcro sólo queda polvo. Y las vendas de la mortaja. Jesús, manso cordero, que sufrió y padeció bajo el poder romano y quebró los cerrojos de la cárcel de la muerte. Un ángel bajó del cielo y corrió la losa del mausoleo. Y anunció a las buenas mujeres. Iam non est hic. Resurrexit sicut dixit (Al que buscáis no está aquí, resucitó según prometía).

Y la Magdalena que había ejercido el viejo oficio era bien conocida de los rabinos y los del sanedrón strictu sensu Cristo reserva en su doctrina un papel eminente a las mujeres, aunque más que feminista y propugnador de la ginecocracia o mujeres al poder él defendía su promoción social.

Él vino a sacar a las esclavas del harén, lo que nunca hicieron ni Mahoma ni Confucio. Cristo era un “filogines” tolerante con las mujeres según los principios de su judaísmo helenizante, muy contrario al de los fariseos o los puros. Con esta comprensión hacia la mujer mitigaba las rigurosidades de su nazarinato aún a costa de escandalizar a los observantes del Mandato. Siempre restaura la dignidad del “femíneo sexu” fuente de vida y de decoro. Todo un símbolo del amor y consideración que depara el cristianismo hacia la mujer.

Me embargan los sonidos melancólicos de un canto de resurrección ruso andante ma non tropo:

-Vashe baskreseñie, Bozhe, angeli paiut na nebii fsiej (Tu resurrección, Señor la cantan los ángeles por todos los cielos y anuncian su mensaje al mundo)

Judas no pudiste ser tan malo como dicen. Con tu maldad de la que te arrepentiste al final pusiste el granito de arena en la empresa de nuestro rescate. No, la tumba no puede estar vacía, ni es verdad ese infundio de la película El cuerpo (protagonista Antonio Banderas) rodada en Jerusalén hace más de un lustro. Jesús. María y José. Esos alegatos descreídos –un atentado todos los días contra nuestra fe, una patada en la espinilla, un sopapo, como cuenta el evangelista en el pretorio (et dederunt ei alapas) que se liaron a hostias con Él, vaya- resultan un jarro de agua fría a mis ideales.

recitaron palabras vedadas y soltaron frases de escarnio. Nunca faltan cantarranas. También lo escupieron [spuerunt], sin embargo aquellos inmundos gargajos de ministriles y soldadesca lavaron la culpa.

La voz del diacono que hace de cronista en el canto de la Passio suena certera y concisa. Sus ecos se elevan por los empinos de mi catedral que trazaron el cartabón maravilloso y la plomada de Gil de Hontañón. Gótico flamígero. Los ángeles portan los ecos por la ortofonía sorprendente del templo. Hay un diablo grotesco que hace cabriolas y se esconde por entre los ánditos del triforio. ¿A que no me coges?... Hereje. Las tres Marías lloran al pie de la cruz. Y la merdellona de la casa del gobernador continua haciendo preguntas a tumba abierta, esta indiscreción desbocada de la familiaridad domestica puede resultar mucho más obscena que el fornicio de las prostitutas, al pobre discípulo desorientado buscando la grey. Murió el pastor y se dispersaron las ovejas. Ya no hay rebaño Es el dogal de la calumnia que aprieta el gañote de los ahorcados de la honra.

- No te me despintas, tu cara me suena y tu acento de galileo y cara de palurdo (los galileos eran los gallegos de Palestina) te delata. Yo te acuso

- Mulier, nescio quid dicis,- contesta el apóstol timorato a la impertinente mucama que se dirige a él con ese descoco, esa desfachatez diabólica de las fregonas de Intendencia que no pegan un golpe a la escoba y se pasan toda la tarde viendo a ver quien entra u quien sale, chismosas, garrulería oliente, palabra ociosa, descuartizadoras de honras, abandonaron la rueca, el tálamo, el escriño, para subir al púlpito y darle a la lengua. Por una criada pudieron echarle a Pedro mano. Y a causa de muchas de estas porteras soplonas mandaron a muchos pobrecitos en la guerra civil. Las tiemblo como el pedrisco. Pasan toda la tarde estas milanas detrás del mostrador, una de uniforme de ujier y la siguiente su compañera de menestrala del escobón. A la otra potra la han vestido de pardo como a las guardiesas de Buchenwald.

Uniformes correajes de cop neoyorquino que dicen seguridad pero que te pasan la pluma por el pico y llena el pasillo de advertencias, cámaras ocultas en el elevador, vigilo yo te vigilo. ¿Y usted cuando se jubila? Dicen que en su planta van a echar a cuatro cinco. Las sumilleras del vestíbulo tienen bastante peligro, hola y adiós, mejor nada de intimidades con estas prójimas, no está hecha la miel para la boca del asno y nada de explicaciones.

-¿Cuándo se muere?

-Pues me moriré cuando lo quiera dios y a mí me dé la gana, vaya pregunta.

-Et tu cum Galileo eras? Tú eras de los del equipo

-Nunca tuve ideas políticas.

Están maquinando maldades a todas horas pues son incapaces de verse quietas. Rumruns, rumorees y rollos. Viven a la expectativa y así van pasando sus tristes existencias, Calibran a bulto a los personajes. Llevan un oficio en toda la tarde y dicen haber trabajado mucho. Catate dellas que estas fregonas fueron las que quisieron condenar a Pedro a las tinieblas exteriores y eran las que hacían calceta en Paris mientras la guillotina no cesaba de partir cabezas. Les pica la criija y el morbo. Y como no paren llevan mucha sangre negra en las entrañas. Ríos de bilis manan de sus bocas. Fuentes son del correveidile, sabedoras de todos los cuentos palaciegos, todas las procacidades y no paran de darle a la húmeda. Celestineos áulicos del poder, gorrones del contribuyente.

Cristo perdonó pues andaba con ellas y con los recaudadores y publicanos con los que alternaba en las tabernas a las meretrices pero condenó a las sibilas y casandras y hubiera mandado quemar a las brujas que vuelan por el mundo, esperpento diabólico, esparciendo mal de ojo y maleficios. Sí, el demonio existe. Pero Jesús el gran titán de la historia venció a los poderes del mal y se enfrentó al mundo. Toda su vida fue un alzamiento contra el Establishment y el convencionalismo. Por eso su mensaje perdura, otros han muerto. Y todo empezó con un beso. El beso de Judas.

-Amigo ¿a qué has venido?

El Maestro conocía su conspiración y sin embargo le llama amigo y le devuelve el oscuro de paz. Ese shalom preceptivo entre los judíos. Todos estos detalles nos sirven para sospechar que detrás de Judas late una historia maravillosa, él también entraba contra el sistema de los escribas y fariseos. El Sanedrín. El Caucus. La sala de maquinas del portanaves. Los órganos deliberadotes. El gran Consejo de Gerencia. Todo sigue siendo igual que en la Judea de entonces. El mundo poco ha cambiado. Y a los escribas y fariseos (esa rueda anarquista del Evangelio renueva la bola del mundo todos los días poniendo las cosas patas arriba y el sistema boca abajo) que eran los políticos, los periodistas, los prelados de entonces aunque dejó bien claro y sentado: no vengo a abolir la ley sino a reformarla. Nada que ver con las fuerzas operativas externas del antisistema con una filosofía tan humilde que quiso quedarse con nosotros convertido en pan y en vino hasta la consumación del mandato de los siglos. Sin vino no hay eucaristía, no hay catarsis, no hay evangelio. Judas pertenecía a la facción de los fariseos. Siguió al Maestro tal vez llevado por miras mundanas que no ocultaban tampoco el resto de los Doce que eran hombres rudos, pescadores de Tiberíades que no habían leído mucho. Iscariote empero debía de haber nacido en Jerusalén. Sabía, versuto en Escrituras, de cuentas, en medio de aquella partida de analfabetos del primer Cenáculo, y tenía cifradas sus esperanzas, como la de tantos hijos de Moisés de su época, en la llegada del imperio mesiánico. La barra de Israel será la férula dominadora de los pueblos. Eso creían los que se pasaban de listos. Los enterados. Era la tentación del Sionismo con que Dios prueba a sus elegidos pero más que en la exaltación de la fuerza la grandeza de Zion está en el Canto del Magníficat. Et exaltavit humiles. El que se humilla será ensalzado. Sin embargo, cuando escuchó en boca de Jesús aquello de “mi reino no es de este mundo” y al predicar el Sermón de Monte, la semilla de la duda prendió en él.

-Pero ¿qué dice este loco?

Se rodeaba Jesús, por otra parte, de putas, publicanos y borrachos y hasta puede que algún apóstol fuera maricón. ¡Qué se le va a hacer! Nadie es perfecto ¡Qué escándalo para un fiel observante de la Ley! Pero Judas también lo amaba como lo amaba Juan y la madre de los hijos del Zebedeo que quería para sus dos vástagos un puesto de privilegio en el reino. Mi reino no es de aquí. Que desilusión. Judas cambió de chaqueta pero su decepción le torturó hasta el final. Sentimientos encontrados de amor a aquel rabino maravilloso y nada convencional que conocía la Ley mejor que nadie pugnaban por el resultado. Su reino no era de este mundo y aquí entra en juego el orgullo y el sentimiento dominador de todo israelita que se siente un escogido (y seguramente lo es porque existen testimonios fehacientes que lo avalan) y llamado a una gran tarea: la transformación de este mundo. Era una misión política. Sin embargo en la Última Cena la noche de Pascua el Señor decía cosas incongruentes a los oídos de un zelote: un mandamiento nuevo os doy que os améis los unos a los otros. Aquel tío – que se me perdone hablo en figura- estaba como una cabra. Con la que estaba cayendo. Con la lucha sorda que llevaba sus hermanos para emanciparse de la tetrarquía y de los fasces y el lábaro de los soldados de Augusto. Por eso saltó la barrera y se salió del grupo. Pese a todo, Judas se sentía tan ligado a Jesús que su alma torturada no pudo resistir el recuerdo de la mirada del Maestro cuando lo prendieron y se colgó de una viga. Desde entonces a los que estudiamos un poco el sentido del mundo y conocemos las flaquezas humanas el pensamiento y la memoria del Iscariotes nos revierten a la Balada de los Ahorcados de Villon. Nadie condene a Judas. Todos somos traidores y perjuros. En los últimos momentos cuando Judas se debatía en la agonía vio una luz y escuchó, según dice la tradición apócrifa, una voz que le convocaba al paraíso. Esto es Jesús lo perdonó y el apóstol réprobo se salvó. Algunos escriturarios dicen también que la negación de Judas no tuvo tanta gravedad como la del apóstol Pedro que era el destinado a ser cabeza de la Iglesia [otra vez la humana fragilidad y el barro con que está construido el edificio] y demuestra que el mensaje de la redención va mucho más allá de lo meramente humano. Pedro era un gallina. Lo dejó empantanado, hizo en un arranque de valentía, un gesto como de tirar de navaja cuando bajaron los del Sanedrín al huerto de los Olivos con palos y con antorchas: “Domine, et si percutimus gladio? (Señor ¿sacamos la espada, quieres que vayamos a por ellos? Y Jesús le respondió con una frase cincelaría:

- Quieto. El que a hierro mata a hierro muere.

- Tú estabas con ellos. Eras de su cuadrilla – insiste la fregona del Pretorio. Pedro negaba con la cabeza ¿Y Tú eres el Hijo de Dios? Tú lo has dicho. Et statim gallus cantavit Y de repente por vez tercera oyó el grito aleatorio el diacono en tono perfuntorio y oficioso hacía la crónica de este acontecimiento que para mí es el libro más maravilloso que jamás se ha escrito y no una cábala que a muchos hizo ricos como pretendía un papa Borgia, sino una verdadera historia en que se narra la visión del mundo, se estudia la psicología y la clástica o frágil condición humana. Y se diseña un plan soteriológico de vida y redención.

Es el mayor canto épico que conocemos. Et accésit ad forras et flébil amare y Pedro consciente de su traición salió afuera del atrio donde los militares, las criadas, los gariteros de la vigilancia nocturna en la corte del pretor y los serenos contaban las incidencias de aquel ajetreado día mientras se calentaban a la lumbre, lloró amargamente. Judas también debió de llorar lágrimas amargas que lo empujaron a cometer una locura. Era un hombre al fin y al cabo. Cuentan que el pelirrojo físicamente era el que más se parecía a Jesús del que era algo pariente. Hasta se ha llegado a suponer que era hermano carnal de Jesús.

Y los apócrifos especifican que en el ultimísimo trance tornó a la grey y pudo de esa manera ingresar en el Paraíso junto a Dimas el buen ladrón y a Gestas, al que también perdonó, lo mismo. Judas, ego te absolví. Fuiste pieza imprescindible del engranaje de la maquina de la salvación pero te convertiste en el malo de la película. En antagonista, un ser humano lleno de dudas, vacilante, sujeto a cometer errores.

Ego te absolví.

La gente anda pidiendo escaleras para subir al madero cantares del pueblo andaluz, como canta la copla... y pronuncia tu nombre. Judas. Judas. Nombre proscrito en los anales de la infamia. En los códigos desterrados. Sobre el apóstol traidor mucho se ha escrito. Y mal. Ha sido su perfidia cantada por los vates de todas las épocas, tema de fondo recurrente en la paleta de los grandes pintores y fuente de inspiración del arte de todas las épocas. En el clavicordio de mi imaginación empiezan a sonar, lúgubres, las notas dela Pasión Según San Mateo de Bach. ¿Verdaderamente traicionó a Cristo el apóstol tornadizo?

Acabo de leer un polémico que seguramente ha plagiado uno de los bestseleristas en boga y que publica libros a barrisco. Sin embargo a mí me parece un historiador pluriempleado del montón. La figura del discípulo apostata y suicida vuelve a ser reivindicada. El libro que yo tengo entre las manos en los días previos al Viernes de Dolores es de un profesor de hebreo en una universidad germana: Pinchas Lapide (1927) Cátedra de Exégesis bíblica en la universidad de Frankfurt. Coloca algunos supuestos y estereotipos en tela de juicio. Iscariotes no era más que el cajero, el organizador de la estructura de las peregrinaciones, por así decirlo. El poder externo. Y temporal. Lo contrario a Cefas. Pero Lapide va más allá afirmando que Judas es la moneda de cambio para la propaganda antisemita que corre como un reguero de sangre y de pólvora a través de toda la historia.

En cuanto tal, se trata de un personaje inventado por los evangelistas. Lapide realiza una investigación exhaustiva de la palabra dinero en el antiguo y en el nuevo testamento. En Mateo se habla de sículos. ¿Qué me dais si os le entrego? Responden los del Sanedrín: Treinta sículos. El vellón que circulaba de mano en mano en los tiempos del Galileo en la provincia romana de Palestina era de casi veinte clases diferentes. El sículo pesaba como media onza. Tenía algo así como º12 fracciones porque los hebreos desconocían el sistema métrico decimal. Pero a la moneda que se refieren los otros tres evangelistas es posterior. Los denarios empiezan a circular unos tres siglos más tarde.

La fuente de inspiración de los evangelistas es el libro de Zacarías: “El hijo del Hombre será vendido por treinta monedas de plata” haciendo todos ellos resaltar el cumplimiento de la profecía. Era lo que solía valer un esclavo para el laboreo o una esclava moza para el deleite en la catasta. Precio pues de la infamia. Iscariote significa en hebreo el “hombre del puñal”. Esa semántica tiene un sentido traslaticio o irónico de la misma forma que cuando los españoles vamos a una fonda y pedimos la “dolorosa” (cuenta) al camarero.

En sentido estricto Judas significa ecónomo, director financiero, banquero. El que manejaba los cuartos en aquella especie de kibbutz ambulante establecido por el Galileo. Jesús pertenecía a la casta de los nazarenos, una rama de los esenios, que vestían de luto (morado), se dejaban crecer la barba, no probaban bebidas fermentadas y se abstenían del comercio carnal con mujeres o a tiempo parcial o perpetuamente como fue el caso del Bautista del que parece ser que estaban enamoradas tanto Herodías como Salomé. La continencia de esa forma va a ser uno de los puntos fundamentales de su predicación. Tampoco creían los nazarenos en la propiedad privada. Vivían en comunidad. Fueron la base del monacato. Ser perfectos como mi Padre que está en los cielos lo es. He ahí el lema de Jesús. Como nazareno a Jesús le estaba vedado rendir culto a Mamón el dios del dinero.

A lo largo de sus sermones fustiga la riqueza. El mensaje cristológico adoraba a los adoradores de Bethel. Recordemos la parábola del camello y la aguja. Pero Lapide se explica: es un error en la colocación de una tau en el evangelio de Lucas. El copista desidioso o poco avezado a los intríngulis del hebreo se equivoca y en vez de maroma de aduja marinera lo traduce por camello. El Maestro, a decir de este profesor, era un exaltado como muchos de los intolerantes zelotes de la época. Que exageraban y eran muy radicales pero cuyos dichos han de ser explicados en su justa medida y con regla. Cristo fustigó el agio y la especulación pero justifica el uso moderado del dinero.

- Dad al Cesar lo que es del Cesar.

Sin embargo, lo cierto es que el discípulo más cualificado y competente sucumbe a la tentación de la codicia y mete la mano en el cajón. Los últimos descubrimientos arqueológico como los Rollos del Mar Muerto o los incunables del Monasterio de Santa Catalina en el Sinaí, al que denominan algunos junto con la Sabana Santa el Quinto Evangelio, ofrecen ciertas peculariedades novedosas. Los textos no son lineales ni se caligrafían de una misma mano, sino que ofrecen tachaduras e intercadencias. Giros no coincidentes y hasta equivocaciones de monto en la versión del hebreo al griego lengua esta última en que se soporta todo el Nuevo Testamento, a decir de Lapide.

¿Quién era Judas? Ha sido un nombre de escarnio que ha alimento de la columna contra el pueblo hebreo, una maquina de matar que no ha matado hasta los hornos crematorios de Auschwitz. El pueblo judío como tal – su clase dirigente tal vez- no fue responsable de la muerte del Inocente. Judas simboliza esa inclinación homicida que llevamos todos dentro. Somos envidia. Emulación. Mentira. Traidores. Largamos demasiado llevados por la pasión. Taimados y adoradores de Bethel y de dioses falsos. El duodécimo discípulo viene a ser una especie de antagonista repulsivo pero pieza indispensable en el argumento de la parábola y argumento necesario al cumplimiento de los planes divinos sobre la redención.

Era oportuno que un hombre muriese por el pueblo pero tambien se requería la existencia de un traidor para consumar los planes divinos. Con esa irrisoria suma fue comprada la economía de nuestra salvación Así que Judas, la figura más importante de toda la soteriología al revés, lo somos todos. Al final se ahorcó. Y su cadáver pingando de la quima de un enebro es un espectro en la historia de la humanidad. Algo macabro que nos persiga. Con las treinta monedas que lanzó a la cara de los escribas y fariseos se compró el campo de Haceldama. Un solar para construir, unos terrenos para edificar. Con Judas empezó la especulación y a cundir los, una voz que acusa en el silencio de los Campos de Haceldama, a lo largo de la historia humano. Sus ecos instan a la penitencia, al perdón, al arrepentimiento. Y esos campos de la sangre estarán siempre a nuestro lado. Nunca perderemos de vista a la delación y a la traición, a las guerras, a los homicidios, al hambre. A los pobres pero Él nos prometió quedarse a nuestro lado de hombres que sufren, aman y dudan, hasta el final.

Es el gran Haceldama o real state que nos desborda y se nos puede ir de las manos prometiendo destruir la vida y los paisajes. Ladrillo. Cemento. Cartabón, hilera, adaraja y plomada.

-¿Y qué me dais si os lo entrego?

-Treinta denarios.

Era lo que valía un polvo con cualquier esquinera meretriz de Jerusalén. Los símbolos encajan perfectamente en el ideograma. Pero vayamos más allá: por tan irrisoria cantidad de treinta sículos se puso en movimiento la maquinaria de la redención. No hay mal que por bien no venga. Algunos teólogos en una parenética ad hoc sobre la figura de este galileo misterioso que según refieren las crónicas era pelirrojo aducen que en el último momento, arrepentido, se salvó. La misericordia de Dios es infinita y sus vias inescrutables. Dios perdona a todo el que hace penitencia.

-¿A todos?

-A todos. Su vara de medir no coincide con nuestros patrones.

-Incluso al carnicero de la Plaza de la Republica Dominicana?

-También a Otegui lo absuelve aunque tendrá mucho que purgar. Judas es un personaje que se repite a lo largo de los ciclos y de los tiempos. Demuestra la existencia del mal. Judas, al igual que Jesús, también se quedará con nosotros hasta la resurrección del último día.


 UN RABINO ANTISEMITA 

 

En 1977 agosto caía sobre Nueva York plomo derretido hubo un apagón gente quedó varada en los ascensores los semáforos dejaron de funcionar los quirófanos quedaron a oscuras y los pacientes agonizaban en la mesa de operaciones un caos. La ciudad automática la ciudad que no duerme paró de pronto. Con el corte del fluido eléctrico bajaron desde Harlem al bajo Manhattan las tribus urbanas y empezó la gran pecorea, el looting. En la gran pecorea yo vi a morenos que saqueaban las tiendas arramblaban con televisores lavadoras infernillos. Muchos neoyorquinos de buena voluntad se preguntaban si no había llegado el apocalipsis. El apagón nos hizo mascar el polvo de la derrota demostrándonos lo frágil que somos. Se va la luz y todo se interrumpe porque el soporte vital de nuestras ciudades se cifra sobre la tecnología. Un simple fusible da en quiebra y adiós mis pavos que atruena. Yo vivía en el piso 24 de las Torres de Water Side Middle Manhattan. Salí de casa y bajé a tientas por la oscura escalera. Saludé en el vestíbulo al janitor un portorriqueño simpático de pelo rizo en mis conversaciones mezclaba el inglés con el castellano spanglish. Pude ganar la plaza donde estaba sentado mi amigo el rabino Yankel que también mezclaba el inglés con el yiddish. No estaba aturdido el buen rabí que vestía camisa blanca y una dulleta que le llegaba hasta más debajo de la pantorrilla. 

─Hello, there. How come? 

─ This is a signal of Apocalypses ─le dije 

Yankel empezó a reírse por toda la barba.  Exhibía en su atuendo personal cierto descuido pero miraba con ojos penetrantes de Einstein. Sus barbas apostólicas estaban blancas, sus tirabuzones negros, el zapato sucio y mal atado. Era un judío ortodoxo observante de la ley. Pertenecía a un pueblo indestructible que seguía vistiendo como los padres del Viejo Testamento observando su dieta y rezando la Shemá al levantarse y al acostarse. A los askenazíes no les era permitido hablar con un goim pero solía saludarme y conversaba conmigo. Quizá observando con su ojo clínico y su vista gastada de tanto escudriñar los textos sagrados que a lo mejor yo podía pertenecer a su elenco. Sabía que en España hubo infinidad de conversos que mudaron de credo en apariencia por más que en secreto siguieran con sus abluciones judaicas sus cantos y todos esos elementos residuales de nuestra herencia mosaica. 

─Eso es una canallada que inventaron los nazarenos. Cristo es un veneno. El mundo no se acaba. 

─ ¿Cómo qué? El apocalipsis de san Juan fue escrita por un judío el apóstol san Juan en la isla de Patmos. 

─Ese apóstol que tú dices era un griego. 

─ Paparruchas, el mundo es eterno. 

Me quedé de un aire horrorizado por la blasfemia que acababa de escuchar. Había un supermercado en las inmediaciones y la gente salía cargada con garrafas de agua mineral. Tampoco manaba por los grifos el líquido elemento. No funcionaba la bomba de las cañerías.  

Le dije al rabino que esa idea de la impostura que achacan los de la Vieja Ley al Salvador no era suya. La había lanzado Nietzsche el padre del nazismo. Yankel volvió a reírse y me ofreció un pitillo Malboro puro sabor norteamericano. Me mostró la cajetilla: 

─Dime, español, ¿cuántos cigarrillos hay aquí dentro? 

─Veinte menos dos que vamos a quemar dieciocho. 

─Eso es. Una verdad matemática. Algo que puede  ser demostrado y probado. Vuestro Nazareno no puede demostrarse. Pudo ser un invento. 

─Un invento─ replico─ que dio la vuelta a la historia. La cruz está en todas las partes. En las torres de las iglesias y catedrales, en las salas de los hospitales a la cabecera de los enfermos, en las aulas de las escuelas sonríe los cielos formando el arco iris de Constantino in hoc signo vinces y se reclina incluso sobre el pecho de las mujeres mundanas. La cruz es el Logos la sabiduría infinita que hace que el mundo siga girando 

─ Humbug, retórica pura retórica. 

─ En ese caso toda la Biblia es lo mismo: una historia de hazañas bélicas, epitalamios con carácter erótico “El Cantar de los Cantares” 

Quedó pasmado ante mi blasfemia 

─ Es la palabra de Dios. Es el pacto entre Yahvé y el pueblo elegido. Algo que los idólatras no podréis comprender. Somos el pueblo del libro y la tierra. Algún día volveremos a tomar posesión de ella. 

─ Eso es puro sionismo 

─ Yo no soy sionista. Israel no ha de ser nunca una nación vulgar con sus parlamentos, sus políticos, sus corrupciones, sus periódicos─ afirmó rotundo Yanquel sin perder su sonrisa.  

La ceniza del malboro se le había quedado esparcida por la pechera. Por debajo de su traje solar negro le asomaban las puntas de una faja blanca las filacterias. Su mujer y su hija que presenciaban divertidas nuestra conversación le hacían señas para que acabáramos nuestro intento de solucionar los problemas de la humanidad pero al rabino le divertía contraatacar. A todos los judíos les encanta discutir sin pelear. Un proverbio ruso advierte que donde hay dos judíos surgen tres opiniones diferentes.  

A Waterside Plaza llegaban las voces de los depredadores que saqueaban las tiendas de la First Avenue y allí estábamos los dos entregados a nuestras disquisiciones teológicas. Como Daniel en el foso de los leones impávidos ante una atardecida llena de furores. El mundo siguió marchando sobre sus ejes. Esto es la guerra. Apagadas las televisiones funcionaban a toda mecha los transistores relatando los incidentes del apagón. Creo que con esto de la pandemia Covid vuelve a repetirse la situación de apagón que yo viví en el tórrido verano del 77.  

Mucho me extrañaba a mí el antisionismo de mi interlocutor. Sin embargo, me formuló al cabo una profecía: 

─Para nosotros el dinero no es más que un salvoconducto de huida en tiempos de persecución. El oro aplaca el corazón del tirano. Tampoco nos interesan los honores ni los suntuosos edificios las grandes catedrales. Vamos siempre con lo puesto en un dilatado tiempo de Cabañuelas para cruzar el desierto. Pero el día que dominemos los medios de comunicación todo se nos dará por añadidura. La prensa y la televisión es nuestra arma de combate. El objetivo es el dominio de la mente humana, la eternal Wisdom. Los periódicos y la tierra. Somos un pueblo agrícola. Cuando alcancemos la tierra prometida volveremos a ser agricultores. 

Por boca de Yankel estaba hablando Billy Gates con más de medio siglo de anticipación. Se informa que el gran nabab de la comunicación el hombre más rico del mundo a través de facebook, Amazon y las redes sociales está adquiriendo tierras de labor en América del Norte, en Colombia, Venezuela y Argentina. De esta conversación durante el apagón con aquel rabí un verdadero oráculo de sabiduría pero como todo humano también sujeto a las contradicciones TUVE CERTIDUMBRES Y UNA GRAN DUDA. Dicen por mi pueblo que todos tenemos una ventanillo al cierzo y que cada uno estornuda como Dios me ayuda. Nueva York me hizo conseguir una visión distinta del mundo. Es una ciudad judía meca del cosmopolitismo pero si se apaga la luz por avería todo se va a tomar por el culo. 

jueves, 1 de abril de 2021

de religión en libertad

 

El Jueves Santo visto por esta mística católica

Jesús lo intentó todo para redimir a Judas: así vio la Última Cena la Beata Ana Catalina Emmerich

ReL

[Extractos de las visiones de la Beata Ana Catalina Emmerich (17741824) sobre los acontecimientos del Jueves Santo, redactadas por el escritor Clemente Brentano (17781842) y recogidas en el volumen La amarga Pasión de Cristo (Voz de Papel), en traducción de José María Sánchez de Toca Catalá.]

La última cena pascual

Cuando se hizo la hora y ya había llegado Judas, prepararon las mesas. Cambiaron de calzado, se pusieron la ropa de viaje ceremonial que estaba en el vestíbulo, una ropa blanca parecida a una camisa, y por encima un manto que era corto por delante y largo por atrás; se subieron la ropa hasta el cinturón y se remangaron las amplias mangas. Cada grupo fue a su mesa; los dos grupos de discípulos, en las salas laterales y el Señor, con los apóstoles en el Cenáculo. (…) 

La mesa era estrecha, y de alta, más o menos, medio pie más que la rodilla de un hombre en pie; tenía forma de sector de círculo. Enfrente de Jesús, en el lado interior del semicírculo, había un sitio libre para que pudieran servir. Si me acuerdo bien, a la derecha de Jesús estaban JuanSantiago el Mayor y Santiago el Menor; luego, en el lado estrecho de la mesa, Bartolomé y junto a él, en el lado interior de la mesa circular, Tomás y a su lado Judas Iscariote. A la izquierda de Jesús estaban Pedro, luego Andrés Tadeo; en el extremo de la izquierda, Simón, y junto a él, en el lado interno de la mesa, Mateo Felipe. (…) 

Después de la oración, el maestresala puso en la mesa delante de Jesús el cuchillo de trinchar el cordero pascual. Colocó delante del Señor una copa de vino y llenó con su jarra las seis copas que estaban entre cada dos apóstoles. Jesús bendijo el vino y bebió; cada dos apóstoles bebieron en la misma copa. El Señor distribuyó el cordero; cada apóstol le acercaba su panecillo con una especie de pinzas y recibía en él su parte. Comieron muy deprisa, troceando la carne con los cuchillos de hueso. Después quemaron los huesos. Comieron también muy deprisa los ajos y las hierbas verdes mojando en la salsa. Comieron el cordero pascual de pie, apoyándose solamente un poco en el respaldo del asiento. Jesús rompió uno de los panecillos, reservó una parte y distribuyó la otra. (...)

Portada de La amarga Pasión de Cristo

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Bebieron de dos en dos y después cantaron; luego Jesús rezó o enseñó. Enseguida se lavaron otra vez las manos y sólo entonces ocuparon sus sitios; todo lo anterior lo hicieron de pie y muy deprisa, solo al final se apoyaban un poco. (…) 

Al principio, mientras comían, Jesús hablaba afectuosamente con ellos; pero después se puso más serio y triste y dijo:

-Uno de vosotros me traicionará; uno cuya mano está conmigo en esta mesa.

Jesús estaba repartiendo a un lado de la mesa una de las hierbas, en concreto lechuga, de la que sólo había un plato, y ordenó a Judas, que estaba frente a Él y en oblicuo, que la distribuyera al otro. Todos se espantaron mucho cuando habló del traidor y dijo:

-Uno cuya mano esta conmigo en la mesa o cuya mano moja conmigo en la fuente.

La frase quiere decir: “Uno de los doce que comen y beben conmigo; uno con el que parto mi pan”. Jesús no traicionó a Judas delante de los otros, pues mojar con la mano en la fuente era una expresión que indicaba la mayor intimidad. Sin embargo, quería dar con ello un aviso a Judas, que realmente estaba mojando la mano con él en la misma fuente para repartir la lechuga. Jesús añadió:

-En verdad el Hijo del hombre se va según está escrito; pero ¡ay del hombre por el cual será traicionado el Hijo del hombre! Mejor para él hubiera sido no haber nacido.

Escena de la última cena de La Pasión

Con esto los apóstoles estaban muy agitados y preguntaban a porfía:

-Señor, ¿soy yo?

Pues todos sabían que no le comprendían bien del todo. Pedro se inclinó hacia Juan por detrás de Jesús y le indicó por señas que preguntara al Señor quién era el traidor, pues él, que recibía frecuentes reconvenciones de Jesús, tenía miedo de que el Señor pensara que era él. Juan estaba a la derecha de Jesús y, reclinado como todos sobre el brazo izquierdo, comía con la mano derecha. Así tendido, su cabeza estaba cerca del pecho de Jesús. Acercó más la cabeza al pecho de Jesús y le dijo:

-Señor, ¿quién es?

Entonces supo interiormente que Jesús pensaba en Judas. No vi que Jesús dijera con los labios:

-Éste al que le doy el pan que he mojado.

Tampoco se si Jesús se lo dijo a Juan en voz baja; pero Juan lo supo cuando Jesús mojó en la salsa el pedazo de pan envuelto en lechuga y se lo acercó con mucho amor a Judas, que también preguntaba:

-Señor, ¿soy yo?

A lo que Jesús le miró con amor y le dio una respuesta en términos generales. Esta era una muestra usual de amor y confianza, que Jesús hizo de corazón y con todo amor para avisarle sin traicionarle delante de los demás, pero en su interior Judas estaba completamente furioso. Durante toda la comida ví a sus pies un pequeño monstruo que a veces le subía hasta el corazón. No vi que Juan dijera a Pedro lo que le había sabido por Jesús, pero le miró y le tranquilizó.

El lavatorio de los pies

(...) Cuando acabaron, Jesús le encargó que hiciera llevar agua al vestíbulo y el maestresala abandonó la sala con los criados. Jesús estaba ahora de pie en medio de sus apóstoles y les habló solemnemente bastante rato. (…)

Este discurso fue largo y solemne y al terminar, Jesús envió a Juan y Santiago el Menor al vestíbulo a buscar el agua que había mandado traer, y mandó a los apóstoles que pusieran los lechos en semicírculo. Luego se fue al vestíbulo, se quitó el manto, se puso una toalla alrededor del cuerpo y se la ciñó de modo que colgara el extremo más largo.

Mientras tanto, los apóstoles tenían como una especie de parloteo y hablaban todos a la vez de quién de ellos tendría el primer lugar, ya que el Señor había expresado con tanta seguridad que iba a dejarlos y que su reino estaba próximo. (…) 

Jesús entró muy humildemente por la puerta de la sala y con pocas palabras reprendió a los apóstoles por su disputa; les dijo, entre otras cosas, que Él mismo era su servidor y que debían sentarse para que pudiera lavarles los pies.

Los apóstoles se sentaron en los cojines de los lechos que servían para reclinarse y pusieron los pies desnudos en los cojines del asiento. Los lechos estaban en semicírculo y los apóstoles estaban sentados en fila en el mismo orden que en la comida. Jesús iba de uno a otro y con su mano echaba agua de la palangana que Juan le sostenía por debajo a los pies que iban adelantando uno tras otro; luego tomaba con ambas manos el extremo de la toalla que llevaba ceñida y con ella frotaba y secaba los pies. Luego se acercaba al siguiente con Santiago, mientras Juan vaciaba el agua usada en el cántaro del centro de la sala y volvía a acercarse al Señor con la palangana vacía. Entonces Jesús volvía a verter agua del cántaro de Juan sobre los pies de otro apóstol, el agua caía en la palangana de Santiago el Menor y volvía a hacer como antes.

Durante toda la cena pascual el Señor había estado extraordinariamente emocionado y amistoso, y así también estuvo, completamente lleno de amor, durante el humilde lavatorio de pies. No lo hizo como una ceremonia, sino como un acto santo de amor de corazón, con el que también expresaba su amor. (...)

Jesús lava los pies a Juan en La Pasión

El lavatorio de los pies fue espiritual y una especie de absolución, pero Pedro, con su celo, lo tomó como una gran humillación de su Maestro. No sabía que al día siguiente, Jesús, para ayudarle, se humillaría hasta sufrir por amor la ignominiosa muerte de cruz.

Cuando Jesús lavó los pies a Judas estaba insólitamente cordial y afectuoso, apretó su cara contra los pies de Judas y le dijo en voz baja que reflexionara, que ya hacía un año que era traidor e infiel. Pero Judas no parecía querer prestar atención y hablaba con Juan. Entonces Pedro se enfadó y le dijo:

-¡Judas, el Maestro habla contigo!

Entonces Judas dio a Jesús una respuesta vaga y evasiva, como:

-Señor, ¡Dios me libre!

Los demás no se habían dado cuenta de que Jesús hablaba con Judas, pues hablaba bajo para que no le oyeran y además estaban ocupados en ponerse las sandalias. La traición de Judas fue lo que más afligió al Señor de toda su Pasión. (…)

Institución del Santísimo Sacramento

(…) Jesús se colocó entre Pedro y Juan, las puertas estaban cerradas; todo se volvió misterioso y solemne. Cuando sacaron el cáliz de la bolsa y se la llevaron a la parte separada de la sala, Jesús oró y habló solemnísimamente. Vi que Jesús les explicó la Cena y toda la ceremonia; me pareció un sacerdote que enseñara a otros a decir misa.

Institución de la Eucaristía en La Pasión

Sacó la patena de la bandeja donde estaban los vasos; tomó un paño blanco que cubría el cáliz y aún sobraba, y lo extendió sobre ella. Después vi que retiró de encima del cáliz la tapa redonda y la puso sobre la patena que había recubierto. Del plato que estaba al lado sacó los panecillos que habían estado cubiertos por el paño y los puso delante de sí encima de la patena; los panecillos eran rectangulares, alargados y estaban amontonados a ambos lados de la patena; la rebasaban a lo ancho.

Luego acercó un poco el cáliz y extrajo de él una copa más pequeña que tenía dentro, y a su lado puso, a derecha e izquierda, las seis copas que rodeaban el cáliz. Entonces bendijo el pan y creo que también los óleos, que estaban cerca. Elevó con ambas manos la patena con los panes, miró al cielo, rezó, ofreció, puso de nuevo la patena sobre la mesa, y la tapó. Después tomó el cáliz, hizo que Pedro echara vino en él y que Juan echara el agua que Él había bendecido antes. Añadió otro poco de agua, que echó con una cucharita, bendijo el cáliz, lo alzó orando, lo ofreció y lo volvió a dejar sobre la mesa. (…) 

Durante estos actos Jesús se mostraba cada vez más cordial y entrañable; les dijo que iba a darles todo lo que tenía, es decir, Él mismo; era como si se hubiera derretido completamente de amor y le vi volverse transparente, como una sombra luminosa. (…)

Jesús oró y enseñó más todavía y sus palabras salían de su boca como fuego y luz, y entraban en los apóstoles, excepto en Judas. Luego tomó la patena con los pedazos de pan, que no sé si la había puesto sobre el cáliz, y dijo:

-Tomad y comed; este es mi Cuerpo, que será dado por vosotros.

Al decirlo extendió su mano derecha como para bendecir, y mientras lo hacía, salió de Él un gran resplandor: sus palabras eran luminosas e incluso el pan se precipitaba en la boca de los apóstoles como un cuerpo de luz, como si Él mismo fluyese dentro de ellos; vi a todos penetrados de luz; sólo Judas estaba en tinieblas. Jesús dió el pan primero a Pedro, luego a Juan y entonces hizo señas a Judas, que estaba sentado frente a Él un poco en oblicuo, para que se acercara; éste fue el tercero a quien tendió el Sacramento, pero fue como si su palabra retrocediera ante la boca del traidor. Yo estaba tan espantada, que no puedo expresar exactamente lo que sentí entonces. Jesús dijo a Judas:

-Haz pronto lo que quieres hacer.

Luego siguió dando el Santísimo Sacramento a los demás apóstoles, que se acercaron de dos en dos; cada uno sostenía bajo el otro la pequeña cubierta rígida y ribeteada que había estado puesta sobre el cáliz.
Jesús alzó el cáliz por sus dos asas hasta la altura de su cara, y dijo para sí las palabras de la consagración. Mientras lo hacía se volvió muy claro y como transparente; era que en lo que les daba, Él pasaba a ellos.

Hizo beber a Pedro y a Juan del cáliz que tenía en las manos, y lo volvió a dejar sobre la mesa. Con la cucharita, Juan puso santa sangre del cáliz en las copitas, y Pedro se las acercó a los apóstoles, que bebieron por parejas en cada copa.

No me acuerdo bien de ésto y no estoy completamente segura, pero creo que Judas también gustó del cáliz, pero no volvió a su sitio, sino que inmediatamente salió del Cenáculo. Como Jesús le había hecho señas, los demás creyeron que le había encargado algo. Se retiró sin rezar y sin dar gracias, y así se puede ver el mal que se encarga si uno se va sin dar gracias después del pan cotidiano y del eterno. Durante toda la comida, he visto sentado a los pies de Judas un pequeño monstruo rojo, que a veces le subía hasta el corazón; uno de sus pies era como un hueso pelado. Cuando Judas estuvo ante la puerta vi tres demonios a su alrededor; uno le entraba por la boca, otro lo empujaba, y el tercero corría delante de él; era como si le alumbraran, pues era de noche y corría como un insensato. (…)

Instrucciones reservadas y consagraciones

(…) A continuación vi que Jesús ungió a Pedro y a Juan. En sus manos había vertido agua de la que había corrido por las suyas cuando instituyó el Santísimo Sacramento, y ambos habían bebido del cáliz que tenía en sus manos.

Desde el centro de la mesa dio unos pasos a un lado y les impuso las manos, primero en los hombros y luego en la cabeza, mientras ellos juntaban sus manos cruzando los pulgares. El Señor les ungió los pulgares y los índices con el ungüento y les hizo con él una cruz en la cabeza. Ellos se inclinaron profundamente delante de Él y no sé incluso si se arrodillaron; les dijo que aquello debía permanecer en ellos hasta el fin del mundo.

Santiago el Menor, Andrés, Santiago el Mayor y Bartolomé recibieron asimismo la consagración. Vi que a Pedro le cruzó sobre el pecho la estola que llevaba al cuello, y que a los demás se la atravesó sobre el pecho, desde el hombro derecho a debajo del brazo izquierdo. Sin embargo ya no se con seguridad si esto ocurrió al instituir el Santísimo Sacramento, o sólo en este momento, durante la unción.

Ví -pero esto no hay forma de expresarlo- que con esta unción Jesús les daba algo esencial y al mismo tiempo sobrenatural. Les dijo que después de recibir el Espíritu Santo ellos mismos consagrarían el pan y el vino y ungirían a los demás apóstoles. (…)

Y como Pedro se puso muy ardoroso conque él le permanecería fiel hasta el fin, Jesús le dijo:

-Simón, Simón, Satanás te reclama, quisiera molerte como trigo; pero yo he pedido por ti a fin de que tu fe no desfallezca, y para que cuando estés totalmente convertido, fortalezcas a tus hermanos.

Luego Jesús dijo que adonde Él iba no podrían seguirlo y Pedro le dijo que él le seguiría hasta la muerte. Jesús replicó:

-En verdad, antes que el gallo cante tres veces tú me negarás tres veces.

Luego, cuando les avisó sobre los tiempos difíciles que se presentaban, les preguntó:

-Cuando os he mandado sin saco, ni bolsa ni calzado ¿os ha faltado algo?

-No -respondieron los apóstoles y entonces Él dijo-: Pues ahora, el que tenga bolsa y saco, que los coja; y el que no tenga nada, que venda su vestido y se compre una espada, pues ahora se va a cumplir también aquello de “Se le ha contado entre los malhechores”. Todo lo que está escrito de Él va a cumplirse ahora.

Los apóstoles entendieron todo esto de modo corporal y Pedro le mostró dos espadas cortas y anchas como cuchillos de tajar. Jesús dijo:

-Basta, vámonos de aquí.

Entonces cantaron el himno, apartaron a un lado la mesa, y salieron al vestíbulo.

En él se encontraba su madre, María Cleofás y Magdalena, que le suplicaron ardientemente que no fuera al monte de los Olivos, pues corría el rumor de que querían apresarlo. Pero Jesús las consoló con pocas palabras, y pasó rápidamente entre ellas, serían las nueve. Bajaron rápidamente hacia el monte de los Olivos por el camino que Pedro y Juan habían seguido para llegar al Cenáculo esta mañana.