08/05/2017
Hay quien se aficiona al punto de cruz o al running, pero Paloma del Castillo Aguas, más conocida como la yuntera soriana, se ha decantado por el manejo de bueyes. Son animales de mil kilos a las órdenes de una mujer de sólo 50 y de 1,50 metros de altura, trabajando como una más, dedicándole todo su tiempo libre y sus vacaciones y aprendiendo en cualquier punto de España, así es como podríamos describir su afición.
Ella siempre había sido una apasionada de los animales, incluso corrió con caballos de carreras en el Hipódromo de la Zarzuela de Madrid, pero también de las tradiciones y de los oficios antiguos. Y un día, cuando buscaba información para hacer el Camino de Santiago, se topó con un cartel de una ruta de la Cabaña Real de Carreteros Burgos-Soria y se apuntó sin dudarlo, aunque nunca había oído hablar de esa actividad.
Ahora piensa que «las catedrales y los edificios que se ven tienen madera que se llevaba con bueyes. Ahora es una pena porque es una actividad que se mantiene para romerías y para exhibiciones. En el País Vasco se mantiene la tradición del arrastre de piedra y en Andalucía se hace el Rocío en carretas». En Castilla y León, las hermandades de carreteros mantienen la costumbres y quieren enseñar a jóvenes para que no se pierda y se recuerde la labor de los antiguos carreteros, con lo que Paloma se ha comprometido.
La ruta carreteril le dejó muy buen sabor de boca y se animó a aprender, invitada por antiguos carreteros conocedores de este oficio y con Abel Herrero Jiménez, de Covaleda (Soria), como maestro. Sus primeras labores con bueyes fueron arrastrar maderas en el monte y después fue perfeccionando y aprendiendo, abarcando otras labores. Lo suyo es dar órdenes a los bueyes para que maniobren y salven obstáculos, lo que es dirigir una yunta.
Concurso de yuntas
Por aquel entonces, se trasladaba todos los días desde Soria a Quintanar para practicar con Cándido Blanco con una yunta de raza serrana soriana. Y poco a poco fue aprendiendo cada vez más y apuntándose a rutas, también con la Real Cabaña de Carreteros de Gredos. Su afición también le ha llevado a hacer el Rocío, este año por segunda vez, y hasta la localidad de Gines, en Sevilla, donde ha aprendido en estos últimos meses con expertos en tirar de carretas con bueyes y toros para participar el pasado fin de semana en el I Concurso de Yuntas y Carreteros de la Feria del Ganado de Los Molinos, en Madrid. Allí, Paloma ha tenido que supera diez pruebas y ha guiado al ganado para girar la carreta 360 grados sobre una rueda, sacarla de un bache de 50 centímetros de profundidad, hacer zig-zag salvando obstáculos..., en definitiva, pruebas para demostrar la habilidad dando órdenes a los bueyes.
Esta madrileña afincada desde hace 20 años en Soria se ha convertido en la primera mujer que compite en un evento de estas características junto a yuntas de Sevilla, Madrid, Toledo, Ávila, Guadalajara y Segovia. Esta gran preparación para poder participar en uno de estos concursos la ha adquirido en los últimos tres años, de una actividad a otra en cada uno de sus ratos libres y vacaciones, y la resume en una frase: «Uno me enseñó, en otro me fijé y de otros aprendí». «Me gusta andar con los bueyes, hacer trashumancias con ovejas y vacas, también a caballo, para poder mantener las tradiciones y poner mi granito de arena», explica Paloma, quien reconoce que le apasiona «investigar y escuchar historias aquí y allá», explica insistiendo en la idea de que «nunca se termina de aprender». Su próximo reto será arrastrar alguno de los pinos mayos que se pingan en las localidades de Pinares el próximo año.
Paloma asegura que para llevar una yunta, hay que tener «paciencia, tranquilidad y un don con los animales. Hay que entenderles y no tener miedo ni respeto». Reconoce que ha tenido algún que otro susto, como «cuando me pasó una yunta por encima, me dio un pino en la pierna al subirlo al carro y un todo me dio una cornada en una pierna».
Su principal herramienta es la vara, para guiar a la yunta, con los animales unidos por el yugo para portar la carreta. Paloma explica que en zonas como el País Vasco y el norte de España es más habitual llevar bueyes, mientras que en Andalucía se llevan toros. «Los toros obedecen, son de carácter noble y hay que tratarlos con más suavidad, pero es lo mismo que los bueyes. En el Rocío están ya acostumbrados, entre miles y miles de personas, y nunca pasa nada», explica.
Ella siempre había sido una apasionada de los animales, incluso corrió con caballos de carreras en el Hipódromo de la Zarzuela de Madrid, pero también de las tradiciones y de los oficios antiguos. Y un día, cuando buscaba información para hacer el Camino de Santiago, se topó con un cartel de una ruta de la Cabaña Real de Carreteros Burgos-Soria y se apuntó sin dudarlo, aunque nunca había oído hablar de esa actividad.
Ahora piensa que «las catedrales y los edificios que se ven tienen madera que se llevaba con bueyes. Ahora es una pena porque es una actividad que se mantiene para romerías y para exhibiciones. En el País Vasco se mantiene la tradición del arrastre de piedra y en Andalucía se hace el Rocío en carretas». En Castilla y León, las hermandades de carreteros mantienen la costumbres y quieren enseñar a jóvenes para que no se pierda y se recuerde la labor de los antiguos carreteros, con lo que Paloma se ha comprometido.
La ruta carreteril le dejó muy buen sabor de boca y se animó a aprender, invitada por antiguos carreteros conocedores de este oficio y con Abel Herrero Jiménez, de Covaleda (Soria), como maestro. Sus primeras labores con bueyes fueron arrastrar maderas en el monte y después fue perfeccionando y aprendiendo, abarcando otras labores. Lo suyo es dar órdenes a los bueyes para que maniobren y salven obstáculos, lo que es dirigir una yunta.
Concurso de yuntas
Por aquel entonces, se trasladaba todos los días desde Soria a Quintanar para practicar con Cándido Blanco con una yunta de raza serrana soriana. Y poco a poco fue aprendiendo cada vez más y apuntándose a rutas, también con la Real Cabaña de Carreteros de Gredos. Su afición también le ha llevado a hacer el Rocío, este año por segunda vez, y hasta la localidad de Gines, en Sevilla, donde ha aprendido en estos últimos meses con expertos en tirar de carretas con bueyes y toros para participar el pasado fin de semana en el I Concurso de Yuntas y Carreteros de la Feria del Ganado de Los Molinos, en Madrid. Allí, Paloma ha tenido que supera diez pruebas y ha guiado al ganado para girar la carreta 360 grados sobre una rueda, sacarla de un bache de 50 centímetros de profundidad, hacer zig-zag salvando obstáculos..., en definitiva, pruebas para demostrar la habilidad dando órdenes a los bueyes.
Esta madrileña afincada desde hace 20 años en Soria se ha convertido en la primera mujer que compite en un evento de estas características junto a yuntas de Sevilla, Madrid, Toledo, Ávila, Guadalajara y Segovia. Esta gran preparación para poder participar en uno de estos concursos la ha adquirido en los últimos tres años, de una actividad a otra en cada uno de sus ratos libres y vacaciones, y la resume en una frase: «Uno me enseñó, en otro me fijé y de otros aprendí». «Me gusta andar con los bueyes, hacer trashumancias con ovejas y vacas, también a caballo, para poder mantener las tradiciones y poner mi granito de arena», explica Paloma, quien reconoce que le apasiona «investigar y escuchar historias aquí y allá», explica insistiendo en la idea de que «nunca se termina de aprender». Su próximo reto será arrastrar alguno de los pinos mayos que se pingan en las localidades de Pinares el próximo año.
Paloma asegura que para llevar una yunta, hay que tener «paciencia, tranquilidad y un don con los animales. Hay que entenderles y no tener miedo ni respeto». Reconoce que ha tenido algún que otro susto, como «cuando me pasó una yunta por encima, me dio un pino en la pierna al subirlo al carro y un todo me dio una cornada en una pierna».
Su principal herramienta es la vara, para guiar a la yunta, con los animales unidos por el yugo para portar la carreta. Paloma explica que en zonas como el País Vasco y el norte de España es más habitual llevar bueyes, mientras que en Andalucía se llevan toros. «Los toros obedecen, son de carácter noble y hay que tratarlos con más suavidad, pero es lo mismo que los bueyes. En el Rocío están ya acostumbrados, entre miles y miles de personas, y nunca pasa nada», explica.
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