SIEMPRE SERÉ DEL ALETI
Antonio
Parra Galindo
Desde
mi mesa de trabajo parece que escucho algunas tardes el eco de los goles
marcados en aquellas tardes de domingo triunfales. Y hasta con los ojos de la
memoria, ese tercer ojo que emplazan los místicos en algún lugar de nuestra
sustancia gris alentadora, veo con claridad y con mayor nitidez que desde la
grada las palomitas que hacía Pazos, aquel cancerbero gallego bajo nuestros
queridos y sufridos palos colchoneros, en acrobacias insuperables o me doy cuenta
de cómo collar corre la banda, Escudero cruza el medio campo como una
exhalación y cede la pelota a Ben Barek
el negro o Griffa el argentino “que entraba a por uvas y daba leña” –
mata Griffa, coreaban los forofos cuando hacía una de sus entradas de las suyas,
“entré un poco fuerte ché, lo reconozco”(era un eufemismo; había dejado medio
muerto al contrario porque la filosofía del bonaerense era inexorable: si pasa
el balón no pasa el tío) y hasta me parece que estoy escuchando a Helenio
Herrera cabrease con Luis el sabio de Hortaleza que era muy desigual y tenía
sus tardes.
Soy del Atleti de toda la vida (nuestro Aleti,
hala Aleti de los castizos) y doy muchas gracias a los dioses por haberme
dispensado el honor de venir a trabajar a un sitio como este. Santiago Rusiñol
se ubica en la base oriental del añorado Metropolitano y mi consola se ubica
detrás de donde estaban las porterías. Un saludo a la afición. En este stadium
–así se decía antes- marcó dos goles como dos soles Gabriel Tuya en un partido
internacional del Sporting Gijonés con el Mogreb de Marruecos el 26 de junio de
1948. Era todo un fenómeno pero han pasado sesenta años. Aquí la foto.
¿Quién me iba a decir que un día me iba a
casar con la hija de este apuesto asturiano, las piernas más fuertes – era un
autentico atleta- y más cotizadas de la primera división española en la
temporada de 1942. ¿Quién me iba a decir a mí que terminaría mi vida laboral en
este querido CIDA a las ordenes de Carmen y doña Pepi? Misterios de la
existencia. cada uno tiene un destino.Penélope teje su pleita y luego que te
das cuenta de que la vida no es tan mala ni tan buena como supononíamos
aquellos alegres muchachos. A las tres de la tarde hace medio siglos la boca de
metro de Cuatro Caminos escupía bocanadas de avidos hinchas. Había hambre de
futbol. Había hambre de muchas cosas, de pan, de amor y fantasía, de libertad,
pero sobre todo había hambre de futbol. Haciamos quinielas y nos
intercambiábamos cromos cpon la efigie de nuestros heroes y quien me iba a
decir a mí que yo me iba a casar con uno de los ídolos más difíciles de mi
colección que se llamaba Cromo Balón? ¿Quién me diría a mí que yo iba a tener
abono de socio perpetuo en tgribuna? Seguro que ha pasado y en estga tarde de
melancolías cuando la porimjavera estgalla capullos en los chopos y castaños de
Indias la S2 es un templo de Harpocrates el dios del silencio. Hay un murmullo
de melancolías de viejos recuerdos. La diosa Anfegona se lleva la mano a los
labios y me dice al oído:
-Sile et psalle[1], que
para eso eres latinista.
Una verdadera
dádiva del cielo, un privilegio laborar en este lugar donde están tus dioses
penates donde Madrid se desliza en loma hacia la Universitaria cara al sol y a
las montañas de Guadarrama. Por estgas avenidas y estos barrios cuatrocamineros
empecé a vivir y a solar y aquí me van a hacer jubilata. Loado sea el Dios de
Israel.
Yo como soy creyente le agradezco a la
providencia la dispensa de semejante merced invitando a mis compañeros y a
todos los que laboran en este edificio cuna y recriadero del libro español.
Debemos de estar muy orgullosos de ser una potencia editorial. Uno de los
paises del mundo que más publica y en archivistica pocas naciones nos pone un
pie delante. Ahí están las últimas noticias con motivo del fallecimiento de la
Duquesa de Medina sidonia que tenía en su poder el archivo más rico y completo
de Occidente. Es un timbre de gloria e invito a las nuevas generaciones a que
lo tengan in mente y que no desfallezcan. Los funcionarios solemos servir al
Estado y no nos metemos en política como guardianes de la legalidad
constitucional vigente, cualquiera que sean nuestras ideas personales.
Estamos
para solucionar problemas, no crearlos y para tender libros. A los que como
Larra fueron seducidos por el duende de las imprentas que nos marcó de por vida
y no podemos vivir sin el olor a tinta y llevamos plomo en los pulmones de
muchas madrugadas perdiendo el huelgo detrás de la noticia [esto es el descanso
del guerrero pues antes que archivero fui periodista y corresponsal en el
extranjero] nos gustan estos lugares donde se nos aparecen los Ángeles de las
24 redondas blancas de Salinas, y las hadas madrinas, los elfos y las ondinas
que se columpian en una endecha o hacen una salida al pie de página. Libros más
libros y venga libros anunciadores de la cultura, portadores de la idea.
Los
extremismos de derechas y de izquierdas se curan con la lectura y la reflexión
en estas salas de lecturas que se nos han convertido en claustros monacales
gracias a los cerebros electrónicos. Libros y ordenadores. El pasado y el
futuro se han puesto a jugar al corro. MacLuhan y Guttemberg se dan el pico.
Alguna vez tenía que ser. Todo fluye y todo confluye en esta vida. Ensayos,
novelas y poemas y versos más versos para los inversos y los perversos que
decía Gerardo Diego. Tengo la sensación de que he llegado a algo en la vida y
que no me voy a jubilar al año que viene, Deo volente, con las manos vacías.
Otros han buscado el halo de la gloria o
saltaron de un brinco al carro de la fama. Yo he preferido la “aurea
mediocritas” horaciana de los versos de Fray Luis. Y me doy con un canto en los
dientes. Yolanda Muñoz, gracias.
Tiene Clarín un cuento que me
entusiasma; en él cuenta la historia de
Estilicón un periodista de fines de la Restauración que había sido el numero
uno en la carrera pero que acaba de fracasado en la vida en una covachuela con
unos manguitos preparando un boletín ¡oh qué palabra más horrible! Para el
ministro, con un tarro de goma arábiga y unas tijeras por instrumento de
trabajo. A media tarde se le aparecía un diablo risueño que en tono sarcástico
le daba tajo y trabajo mientras le decía:
-Estilicón, recorta cabrón
y él
se ponía a recortar los artículos de fondo del “Solfeo” o del “Imparcial” que
él nunca había escrito en el periódico donde no había él estampado su firma.
A veces la vida literaria, ardua y bronca,
incomprensible pero gratificante en sí misma, puede tener estas decepciones y
contradicciones. Pero el que no se consuela es porque no quiere. Lo demás se os
dará por añadidura.
Uno jamás podrá sentir esa frustración ante un
libro bien escrito, una nueva versión
biográfica de Felipe II, una crónica sobre los padecimientos de los
niños de la guerra, o ante un joven
usuario que llega en busca de bibliografía para acometer la tarea de
presentarse a oposiciones. Uno le
asesora, le insinúa, se siente útil, disponible, al tanto. Es la vida que no
cesa con la llegada de nuevas promociones. Nadie profanará mis oídos con el estentóreo
grito de “Estilicón, recorta, cabrón” que resuena en medio del templo de las
musas. La diosa Anfegona, la que en el Capitolio llevaba un anillo en la boca
para sellar su silencio es un poco la protectora de los bibliotecarios y
archiveros que buscan aquí inspiración
Pero
sobre todo me gusta escuchar el eco de los goles coreados de las tardes
triunfales. A Matías Prats le gustaba este campo. Le daba buena suerte. Y hasta
yo creo que acumula un buen porcentaje de energía positiva bajo el nombre y el
aura del primer equipo de Madrid que dio en llamarse el Atlético de Aviación.
Goooooool.
Ahora cantan los mirlos en el recoleto Parque
de Viena que guarda el perfil de un melancólico traspatio de provincias tambien
cpmo avaro de silencio y velando por los lemures manes y penates de aquellas
apoteosis balompédicas y de otras tantas decepciones aplastantes.
¡Ah
cuando rugía la marabunta! Ahora donde estaba el epicentro del lanzamiento de
penaltis o se colocaba la barrera crece
un pruno. En sus ramas una mirla explaya sus arpegios doctorales buscando novio
y le contesta el canto del cuco al otro lado de la fronda.
-Do re mi fa sol.
Los rododendros guardan luto por los corners
que nunca lanzamos. Yo sigo mirando el fútbol desde la barrera. Tribuna de
preferencia.
Una pareja de adolescentes sobre el pretil de
un parterre se ama con furia adolescente y con tal descoco que a veces uno
tiene que distraer alborozados los ojos ante tales pecadillos del amor. No
dejarán nada para luego, no. Y los viernes por la tarde se reúne la peña con el
botellón. Esa alegre muchachada de ahora nunca sabrá quien era Isacio Calleja o
Basora o Molowny o Campanal o Gabriel Tuya o Lesmes o Gainza o Madinabeyta otro
portero historico del Atlético de Madrid.
La
melancolía se me agarrota, se nublan mis ojos, y siento un nudo en la garganta
cuando bulevar de Reina Victoria abajo un lugar que le tengo cariño desde que
era estudiante pregunto a las acacias
qué fue de tanto frenesí qué se hizo de tanto galardón. Una ardilla trepa hasta
la quima de un cipres en busca de un gallardón verde.
Compro un periódico a la hija de Vicente que
era el quiosquero de toda la vida. Recordar es como volar un poco el ala delta
e ir escudriñando paisajes. Donde había un trigal ahora hay un bosque y donde
estaba un pinar ahora se levanta una imaginación. De antuvión me doy cuenta de
que todo en la vida es transito. Sólo los libros son flores yertas de las
primaveras que pasaron. Guardan el perfume del ayer. “Sont ils la neige
d´autrefois” que diría Villón. Se conservan jóvenes e incólumes al paso del
tiempo y guardan la carta de la novia a la que quisimos tanto o el documento o
el libro de apeos. Vaya usted a saber. Yo soy del Aleti. Y del Cida. Tengo la querencia por estos
pagos. Mi existencia ha sido una peripatesis copntinua en torno al viejo campo
de fútbol que nos derribaron y que atesora el el eco y el canto de las tardes
triunfales de los partidos que perdimos y ganamos y gracias a eso ahora
vivimos, trabajamos y seguimos soñando.
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