RODRIGO ROYO UN HEROE QUE VOLVIÓ DE RUSIA CON UN PIE CONGELADO Y SERIA EL CREADOR DEL NUEVO PERIODISMO SP
Rodrigo Royo con el uniforme de la División Azul. Fue herido en la batalla de Krassni Bor y fue trasladado al hospital de campaña. tenía los pies congelados y a causa de ello arrastró una cojera toda su vida
Rodrigo Royo Maciá
Veo una foto en Internet que me entusiasma. Bajéla del blog de J. Fernández Krohn que ha escrito un gran artículo sobre el hombre que a mí y a otros muchos nos abrió las puertas carreteras del periodismo (Umbral, Diego Carcedo, Homero Valencia, Luis Angel de la Viuda, Andrés Kramer, Cristobal Paez padre-que el hijo ganó mucho más dinero y anda metido ahora en lides judiciales con los peperos, Juan Prats, Ivorra, Santos Gozalo, Félix Ortega, Manolo Velasco y hasta un sobrino del banquero Botín que era nuestro confeccionador de SP, más un largo etcétera). Rodrigo Royo aparece en la instantánea con el uniforme de la Blau. Todos sabemos que se le congeló un pie en Novgorod y estuvo hospitalizado en Riga y casi a punto de pasarse a los rusos por el amor de una judía a la que conoce en el hospital y por ella puso su vida al tablero pero no pudo salvarle a la muchacha el pellejo, se lo llevaron los polizontes de la Gestapo, patético capítulo de su novela. Él mismo estuvo a punto de ser fusilado por los alemanes por confraternizar con el enemigo. Toda una peripecia que cuenta en una novela que publica por entregas en la prensa del Movimiento. La dio entera Amanecer de Zaragoza. Acabada la guerra, se fue de polizonte a los Estados Unidos. Trabaja en Nueva York de ascensorista y allí conoce a una bella colombiana que sería su mujer, la madre de sus hijos. Es nombrado corresponsal en Washington alternando las tareas informativas para la Cadena del Movimiento con Paco Lucientes que informaba desde la ONU. Por esos días publica “America el paraiso del proletariado”. De regreso a Madrid es nombrado director del Arriba. BAjo su mano el periódico de la calle Larra se traslada a las instalaciones de Castellana 142. Hace un periódico en huecograbado que sería el mejor de los publicados en España de su época un diario abierto a todas las plumas incluso las de los vencidos. Rodrigo Royo era un genio, un valenciano de Alcira que creía en la reconciliación. Un artista. Un virtuoso del violín con los que amansaba a las fieras exaltadas cuando después de tres meses no habíamos cobrado, al que veíamos escribir a pluma aquellos editoriales magníficos del SP (Servicio de Publicaciones) que se adelantó a su tiempo. Fue ninguneado y calumniado por los suyos. Los de la vieja guardia le llamaban el “Rorro”. Por eso prefirió rodearse de gente moza. Tuve la suerte de formar parte de aquella redacción en frente a una vaquería de Santiago Cordero en Tetuán de las Victorias junto con los compañeros ya mencionados aparte de Santiso, Juan Pla y Balbín, toda una serie de apellidos que frisaron como lumbreras en el periodismo del tardofranquismo y de la transición.
Rodrigo dio a la estampa dos novelas maravillosas y descatalogadas “El Establishment” donde se narran las bellaquerías del Opus tan sibilino tan demonial a pesar de decirse la santa obra que le acogotaron prácticamente (no tenían caridad aquellos buitres lectores de “Camino”) y otra sobre la guerra civil “Todavía”.
Por estos dos títulos merecería su nombre brillar con letras de oro en los anales de la literatura castellana, pero lo han silenciado, lo hicieron el vacío y enviado sus libros al infierno del índice.
La denominada democracia tendrá a su cargo la culpa de muchos escarnios, de autos de fe, autenticas almenaras de letras de molde. Han borrado nuestros nombres de la listas. Maquiavélicos, han entendido que la mejor política para amordazar a un escritor es encerrarlo entre los barrotes del “no person”, simplemente no eres, no estás, para ellos ni existes, y aparejar cortinas de humo, condenarlo al Leteo de la indiferencia.
Ellos borraron su memoria pero para mí el nombre de Rodrigo Royo Maciá está escrito en caracteres triunfales del laurel victorioso.
No sabían que era un libertario y un demócrata, admirador de los Estados Unidos, quiso trasplantarlo a España pero no lo dejaron y fueron los de siempre: las cien familias que desde Godoy a esta parte se erigieron en amos de esta finca llamada España.
Yo quisiera reivindicar su obra y su trayectoria profesional de periodista valiente y peleón. Fue uno de los primeros que se enfrentó a la bestia aun a costa de morir pobre y arruinado
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