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jueves, 23 de octubre de 2025

  SOR STELLA LA EX MERETRIZ MONJA PROFESA DEL MONASTERIO DE NOVODIEVICHI

 

Me dio de alta la doctora  Zapata pues gracias a sus desvelos y a la posología que me recetó “Furosemida”  y otras drogas que le hacían la guerra a las células dañadas de mi próstata fui recuperándome, pero Venivolans el clemente pájaro de la sabiduría seguía empollando huevos en su nido de lo alto del zumaque del jardín abandonado de Puerta de Hierro pero no faltaba a las citas en mi casa cuando regresé al hogar muy contento por haber superado mi mal y dando gracias al Altísimo. Cada mañana como su sentido de la orientación era magnifico y no necesitaba tontón para volar sobre cualquier punto del mapamundi allí estaba picoteando en el alfeizar y llamándome por mi nombre. Transgredía las leyes de la gravedad, del espacio y del tiempo. Las urracas son unos córvidos que viven muchos años. Venivolans, lo supe después, había cumplido ya las mil primaveras. Había salido del cascarón  en plena edad media, en la época de las Cruzadas. Por eso sabía tanto, estaba ágil y sólo un redondel blanco cerca de la cresta indicaba que no era un recental y había jurado bandera mucho tiempo atrás. Los cuervos encanecen igual que los humanos. Un mañana, pasado más de un lustro de lo de la operación, llegó al alfeizar de mi ventana jadeando:

─Vamos venga, Verumtamen

─¿Qué pasa, Venivolans?

─Hoy volamos a Rusia. Quiero mostrarte San Petersburgo

Las alas del cuervo amigo eran una alfombra mágica y nos presentamos en la bella ciudad de Pedro el Grande en un periquete. Rusia había ganado la guerra a los europeos, Vladimir Putin ya un anciano seguía controlan do los designios del gran país y antes de aterrizarf comprobamos con satisfación cómo una escuadrilla de Mig-21 nos acompañó hasta el patio del monasterio femenino de Novodievichi. Enseguida nos presentamos en la iglesia. Agolpados en las naves del templo una multitud de creyentes escuchaba el canto melodioso de las letanías (Ektenia). La melodía era tan dulce y melodiosa que nos pareció que encontrarnos en el paraíso:

─¿Qué es esto, Venivolans) ─ pregunté a media voz.

─Tu amiga Olga la Larga profesa los votos solemnes. Ya no es Olga la Larga. De ahora y de aquí a la eternidad se llamaría Sor Estrella de María Magdalena.

Mirfé para la profesa. Estaba m,ás hermosa que nunca. Era un bellezón. Vestía un traje blanco de novia y coronaba el velo de gasa una guirnalda de flores frescas. Me sonrió. Parecía reconocerme y su mirada me transmitía un mensaje de paz y de agradecimiento. Porque este viejo diacono había pedido a la Virgen por la intercesión de Maríka Magdalena Abandonase los chats inmundos donde los menoreros de todo el mundo estampan su salacidad lujuriosa. Olga la Larga se dio cuenta de que no era iuna mercancía. Que tenía un alam,a. un alma rusa. Hizo penitencia y un buen dia despidió al macarro polaco que la explotaba y llamó a las puertas del monasterio de Novodievichi donde profesaban las muchachas nobles de Petersburgo. Venivolans a todo esto me hizo una confesión:

─Olga no era una cortesana como las demás. En medio del albañal y de ese revolcadero de los prostíbulos mediáticos conservó un aire de dignidad y de distinción de verdadera zarina  y es que ¿sabes? Era una descendiente de los Romanov. Un miembro de la estirpe de los zares. Nicolás II el monarca asesinado en Zverlok era su tatarabuelo.

─Andá

─Fuiste el primero en darte cuenta porque fuiste un periodista muy intuitivo acaso con dones de penetración mágica. ¿Eres vidente?

─No sé pero algo muy misterioso noté en aquella mujer

─Enseguida el vidente dio paso al diacono que se sumió en oración noches enteras y sufriste mucho cuando el chulo la golpeó y apareció en pantalla Olga con moratones en los ojos.

─Hermosa historia. ¡Qué grande es Dios? Que siempre abre los abrazos y acoge al pecador

Casi nos mareamos con el olor del incienso que ascendía clemente hasta los cielos. Los apóstoles pintados en el tablero del iconostasio parecían sonreírnos. Asistimos a esa pulsión angelical, a esa belleza de la filocalía del rito ortodoxo. Durante dos horas estuvimos cerca del cielo al cabo de una hora regresamos a Madrid sinm detenernos en visitar el Ermitage ni la catedral de san Isaac, la mayor de la cristiandad o pasear or la Perspectiva Nevski que conservaba las huellas de Dostoievski y otros autores de la gran literatura rusa. Esa tarea la dejamos para otra ocasión.

─Santa María Magdalena, ruega por nos.

 

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